Sol y sombra

Disparate

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Tamames le dijo ayer a Sánchez que había hablado de las cosas sobre las que nadie le pidió que informase. Él se refirió de manera bastante desestructurada a lo que ya sabemos, sin poner un especial énfasis en lo que más inquieta de la legislatura. La moción era un disparate desde el primer momento en que se concibió, no ya por la hechura pintoresca del candidato, sino por las escasas posibilidades de salir triunfante. Más tarde se filtró su contenido y, finalmente, el propio Tamames olvidó incluso pedir el adelanto electoral, que era el propósito de quienes lo postularon. Le ha venido bien, digamos, a Sánchez para decir lo que le ha parecido; a Yolanda Díaz, para volver a hablar de su proyecto de suma y sigue que no hace otra cosa que restar; y al aspirante nonagenario, tengo entendido, para un libro sobre su minuto postrero de gloria en el parlamento.

Sánchez aprovechó la oportunidad servida en bandeja por Vox y dio un mitin. Nadie esperaba lo contrario, pero cualquiera que se conforme o sienta satisfecho con esta forma de hacer política se merece lo que está sucediendo en este país en sus peores años con el Gobierno Frankenstein al frente.

El Presidente debería estarle agradecido al partido de Abascal por los balones de oxígeno que le brinda en las situaciones agónicas. Sin embargo, eso es algo que no puede reconocer en público, por lo tanto trata a la vez de sacar partido de cualquier iniciativa de la derecha nacionalista española para ponerla en el contexto que más le favorece: el del franquismo. No siempre acierta, porque Abascal no es exactamente el heredero de Blas Piñar, eso sólo lo puede decir un analfabeto de la historia política dirigiéndose a quienes la desconocen. Piñar era un alma solitaria en el Congreso de entonces y Vox cuenta con 52 diputados. Nadie se cree un crecimiento así del franquismo sociológico cuando únicamente Sánchez y media docena de nostálgicos se acuerdan de Franco.

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