Ferrovial y el esfuerzo fiscal

Las consecuencias de la tormenta impositiva española

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial / FERROVIAL

Urbano Rubio Arconada

Urbano Rubio Arconada

La mudanza de Ferrovial ha puesto en la picota las desventajas competitivas de España en asuntos fiscales y financieros. La viabilidad de los negocios demanda un marco legislativo laxo, predecible, estable, con fortaleza jurídica, con perspectiva empresarial positiva, que promueva una carga fiscal más baja y una financiación más barata, sobremanera si las empresas son intensivas en capital. España está inmersa en una tormenta de impuestos que crece tal como avanzan los años. El IRPF se aprobó en España en el año 1978 y en 1986 se comenzó a utilizar el IVA. En el año 2012, un español tenía que trabajar 124 días al año de media para pagar los impuestos. En el año en curso, hay que trabajar 203 días (más de seis meses y medio) para pagar la "solidaridad impuesta". ¿Tenemos, acaso, mejor sanidad o educación hoy que en 2012, cuando se pagaba un 40% menos de impuestos? Los hechos nos demuestran que no, pues los impuestos se van para muchas cosas y no para lo importante: la sanidad y educación se llevan sólo el 23% del total de los gastos. La presión fiscal, que representa la recaudación del "conjunto" de los impuestos y contribuciones sociales en relación con el Producto Interior Bruto español, está en la media de la eurozona, según los datos de Eurostat. Mientras, el esfuerzo fiscal mide el peso que representa la fiscalidad en la renta per cápita de los ciudadanos, indicando que porcentaje de lo que se gana va destinado al pago de tributos. El esfuerzo fiscal es en España un 52% más alto que la media de la UE27, superando a alemanes, suecos, daneses y británicos. El Instituto de Estudios Económicos cifra a Lituania como el país con los impuestos más bajos. Por el contrario, España se sitúa en cabeza. Un ejemplo. Un sueldo de 1.700 euros netos paga en España un tipo impositivo del 40%, a la altura de países del norte de Europa, pero con la diferencia de que la renta media en dichos países es un 70% superior. Irlanda es hoy el país más dinámico de Europa gracias a sus beneficios fiscales a trabajadores y a empresas con un impuesto de sociedades del 12,5 %, que se reducen a la mitad cuando las empresas desarrollan sus patentes. No se puede defender que la tasación de los salarios debe ser igual sea cual sea el nivel de renta de un país, pues es evidente que un tipo del 25% puede ser razonable para un alemán que gane 75.000 euros al año, pero altísimo para un español que gane 21.000. España es el único país de la UE que aún mantiene el Impuesto de Patrimonio, de los pocos que mantiene Donaciones y Sucesiones y es el líder en impuestos por vivienda, pagando, por propiedad, el doble que un alemán, pese a tener un 40% menos de PIB per cápita. Esta batería de impuestos son un lastre para la productividad y una de las razones fundamentales de tener un paro estructural elevado, y por supuesto, que influye decididamente en la huida de las empresas de nuestro país. Además, la "piara" de impuestos hace que las empresas tengan una productividad menguante, no pudiendo crecer en inversión ni en empleabilidad. Me atrevo a afirmar, que, si España tuviese los impuestos de Irlanda, en menos de un quinquenio, el empleo productivo se incrementaría en tres millones de personas. Así es que la recaudación en el tejido productivo, formado en un 90% por microempresas, es baja debido al agobio de los impuestos, estando, la mitad de ellas, en agonía contable. La recaudación total en nuestro país no suma en demasía debido a que son pocos los que pagan mucho, la inactividad es muy alta, los salarios, de los que trabajan, son menores que los del entorno y las empresas son más pequeñas que la de nuestros socios europeos. Convienen también los expertos, que la recaudación se ve severamente sometida por las altas tasas de salarios exentos de tributación por diferentes razones, en una cantidad cercana al medio millón, muy por encima de la media europea. Así como el trabajo sin factura, una mala praxis que alcanza los veinte puntos porcentuales, tal y como se ha publicado. Concluyo con un símil futbolístico: se podría decir que, en recaudación neta de impuestos, España está en la mitad de la tabla de primera división, mientras que en esfuerzo impositivo está en la final de la "Champions League".

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