La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, declaró en el pleno del Senado el pasado 2 de febrero que la variante ferroviaria de Pajares, que supone la llegada del tren de alta velocidad (AVE) a Asturias, estará lista "en torno a los meses de julio o agosto de este año.
¿Habrá que creerla? Hago esta pregunta porque los respectivos ministros del ramo nos han mentido tantas veces sobre este tema a lo largo de casi dos décadas, que sus afirmaciones no me merecen credibilidad. Pienso que, por lo menos hasta el otoño, no dispondremos de ese medio de transporte.
Pero lo que quiero resaltar hoy es la figura de Alejandro Rebollo Álvarez-Amandi, que proyectó la variante del Pajares cuando era presidente de RENFE (1980-1982) en el segundo gobierno presidido por Adolfo Suárez y en el más breve presidido por Leopoldo Calvo Sotelo.
Lamentablemente la idea de la variante de Pajares cayó en saco roto durante los sucesivos gobiernos de Felipe González (1982-1996), dado que el visionario ex presidente de RENFE no pertenecía a su partido.
Por fin, en febrero de 2004, los dos ministros asturianos del gobierno de Aznar, Francisco Alvarez-Cascos, en Fomento, y Rodrigo Rato, en Economía, presidieron el acto de comienzo de las obras con la colocación de la primera dovela. Entonces se calculaba que la variante de Pajares costaría unos 1.990 millones de euros y que en el año 2009 estarían finalizadas las obras. Pero éstas sufrieron innumerables aplazamientos por los problemas técnicos que fueron surgiendo y por el escaso presupuesto dedicado a través de más de 19 años en los que los sucesivos gobiernos de Zapatero, de Rajoy y del "doctor" Sánchez nos tomaron el pelo a los asturianos tratando de engañarnos con la inminente inauguración oficial del AVE Asturias-Madrid.
Conocí a Alejandro Rebollo en el verano de 1963 en Tapia de Casariego donde él veraneaba, ya que su familia era originaria de esa villa marinera, en la que yo ejercía como coadjutor de un venerable párroco de 84 años que a mí me parecía muy mayor, pese a que tenía seis años menos de los que yo tengo hoy, y en cuyo seminario menor yo había iniciado mi andadura hacia el sacerdocio el 2 de octubre de 1944. Los dos habíamos sufrido una crisis en nuestros respectivos campos de trabajo, pero éramos jóvenes –Alejandro tenía 28 años y yo, 30–, por lo que pronto nos hicimos amigos.
Los sacerdotes que habíamos apoyado la "Huelgona" de 1962 fuimos alejados de las zonas mineras e industriales de Asturias a las parroquias del Occidente, del Oriente y de la zona rural del Centro de Asturias.
Alejando, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo en 1956, había ingresado mediante oposición en el Cuerpo de Intervención Militar del Ejército de Tierra y ostentaba el grado de capitán jurídico militar.
Cuando fue nombrado abogado del turno de oficio del dirigente comunista Julián Grimau, en lugar de limitarse a una actuación de trámite, aceptó la defensa en su "triple condición de militar, abogado y cristiano", según manifestó posteriormente. Alejandro había sido presidente de los jóvenes de Acción Católica de Madrid.
Pese a que Julián Grimau había vivido más de 20 años fuera de España, fue acusado del delito continuado de rebelión militar, empalmando su militancia de entonces con la actividad durante la Guerra Civil, dadas las manifestaciones del acusado, en contra del parecer de su abogado, debido a que el Partido Comunista de España necesitaba un mártir y le habían prometido que, si era condenado a muerte, le aseguraban que no se ejecutaría la pena, ya que innumerables personalidades de ámbito mundial pedirían la conmutación de la pena capital.
A pesar de los esfuerzos de Alejandro como defensor, Julián Grimau fue condenado a muerte el 18 de abril de 1963 en un juicio nulo de pleno derecho según las leyes de la época, ya que se requería que, al menos el ponente o el fiscal, fueran abogados. Pero el ponente no era licenciado en Derecho y el que había ejercido como fiscal, Manuel Fernández Martín, era un impostor, pues, pese a que alardeaba de abogado, no podía presentar su título académico de licenciado en Derecho aduciendo que "se había quemado durante la Guerra Civil". Fue desenmascarado un año más tarde, tras décadas de ejercicio ilícito del cargo.
En espera de una posible conmutación de la pena de muerte –solicitada, entre otros, por el papa Juan XXIII, por el cardenal Montini, arzobispo de Milán y futuro papa Pablo VI, por otros muchos cardenales y obispos, y por el dirigente soviético Nikita Jruschov–, Alejandro pasó la noche del 19 al 20 de abril de 1963 en la celda de Grimau, en la que hablaron de la familia del condenado a muerte y de la encíclica "Pacen in terris" que había publicado el Papa el 11 de abril de aquel año, entre otros muchos temas. También le sugirió la posibilidad de que le atendiese espiritualmente el capellán de la cárcel, a lo cual Grimau le manifestó que no era creyente, pero que no rechazaba su presencia en la celda. Poco antes de la ejecución, Julián Grimau le entregó a Alejandro una foto de sus hijas Lola y Carmen, de 9 y 10 años entonces, y escribió en su reverso: "Al capitán Alejandro Rebollo Álvarez-Amandi con todo agradecimiento y cordialidad. Gracias mil por su defensa. Con verdadero afecto y respeto, Julián Grimau".
Alejandro me contó que esperó toda la noche la llegada del indulto, porque sabía, a través del ex embajador ante la Santa Sede y ex ministro de Educación de Franco, Joaquín Ruiz Giménez, que el papa Juan XXIII se había dirigido al general Franco pidiendo el indulto para el condenado a muerte, pero el dictador no reacciono y Julián Grimau fue ejecutado el 20 de abril de 1963.
Como homenaje a la defensa de Julián Grimau, el gobierno comunista de la Checoslovaquia de entonces le dedicó a Alejandro Rebollo una calle en Praga, que, con la entrada de la democracia, cambió de nombre.
Fue tanta la presión y el desprecio que Alejandro sufrió por parte de muchos militares por haber tomado en serio la defensa de Julián Grimau, que decidió abandonar la carrera jurídico-militar y seguir por otros derroteros –la de Técnico Fiscal del Estado– para dedicarse posteriormente a la política en el partido Unión de Centro Democrático y, posteriormente, en el Centro Democrático y Social.