Tamames, el último baile

La moción de censura, una radiografía de la política española

Luis Sánchez-Merlo

Luis Sánchez-Merlo

Con un chaleco de lana gris y corbata rosa, el pelo teñido y un traje azul marino, que ha vivido sus años, entró en el hemiciclo con una sonrisa, apoyándose en un bastón y en un ujier del Congreso.

Nada más llegar, se dirigió con solemnidad a la bancada del Gobierno para saludar, ceremoniosamente, a los ministros y se sentó lentamente en el escaño.

Metido en los discursos, perdido el factor sorpresa por la filtración, dio un recital de gestualidad. Hundido a ratos en el sillón, con el mentón en el pecho, quitándose y poniéndose las gafas. A veces, con la boca entreabierta en señal de estupefacción, otras frunciendo el ceño, muchas veces con gesto de cansancio.

Y no aplaudió a nadie, ni a los que le metieron en el Congreso ni a los que, dos días después, le sacaron a hombros.

En las circunstancias actuales, una moción de censura, más que un acto parlamentario, es una radiografía de la política española. Y ha servido, de paso, como puesta de largo de un nuevo tique electoral, a estrenar.

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El desprecio asomó desde el minuto uno. Quizá se tratara de una venganza por aquella coletilla, made in Tamames, que puso a los Cien años de honradez socialistas —por su escasa presencia en la lucha antifranquista— “y 40 de vacaciones”.

Quienes, con maratonianos discursos —4 horas— pretendían agotar al candidato, no consiguieron su propósito, de modo que lo denigraron: como un anciano que blanquea a la extrema derecha y pervierte la naturaleza del Parlamento, al utilizar una herramienta constitucional, con unos fines que alteran el espíritu con el que fue concebida.

En la réplica, el candidato leyó la cartilla a quien apretaba la mandíbula. Y lo hizo con rigor (132 reales decretos para sacar adelante las leyes, gracias a acuerdos extraparlamentarios con quienes pretenden dinamitar las instituciones del Estado), elocuencia (modificación del Código Penal, al dictado de condenados contra el sistema democrático) y humor (los fijos discontinuos, "parados disfrazados y financiados")

Con la cortesía —punzante pero educada— de la generación del 78 que trajo la democracia a España, recriminó al presidente del gobierno de coalición progresista que se dedique a dar "lecciones de cosas", con "papeles preparados", sin responder a las cuestiones planteadas y la elocuencia sin control le lleve a extender una hora y 40 minutos su respuesta "¿Por qué tenemos que hablar tanto, para no decir nada?".

De modo que la presidenta de la Cámara, pensando que le había dado un sincope, interrumpió la sesión y el mosqueado candidato aprovechó para espetarle al jefe del Gobierno: “no es procedente que traiga aquí un tocho de 20 páginas preparados para hablar de cosas que yo no he dicho”.

Es posible que se le pasara por la cabeza que Churchill ganó una guerra con un discurso de tres minutos. Menos de dos minutos duró su réplica a la dama de blanco nupcial.

Y después de seis horas de debate no le quedó otra que rezongar ¿nos podemos ir ya a comer?

Tamames.

Tamames. / PABLO GARCIA

¿Cómo se puede objetar una iniciativa, argumentando que, ventear cosas pendientes de solventar, es un ejercicio inútil sin ninguna posibilidad de prosperar? Nada como fondear, con palabras del candidato, en motivos para la censura:

División de poderes: "Su Gobierno no respeta la división de poderes y ha intentado tomar el control de la Justicia desde el poder ejecutivo. Montesquieu es un visitante molesto. Desde la Moncloa usted ha hecho lo inimaginable, y a cualquier precio, por controlar la Corte Suprema y el Consejo General. Y más o menos, lo mismo ha ocurrido ya con el Tribunal Constitucional”.

Sedición y malversación: “Se ha arrogado la "gracia del rey”, potestad propia ‘de los regímenes absolutistas’ —que no le corresponde— para reformar el Código Penal. Cuando se conoció el propósito, debería haberse presentado una moción de censura por parte de toda la oposición, porque se rompió un principio fundamental de la Constitución".

El español en Cataluña: "Para rendir tributo a mi país, vengo a defender la patria común e indivisible de todos los españoles. Nuestra lengua, hablada por 600 millones en todo el mundo, no puede ser usada en las escuelas de parte de España. Eso me indigna. La Generalidad se niega a que se hable el español en Cataluña, con el beneplácito de su Gobierno, apoyado por quienes utilizaron la violencia para imponerse. Se ve que duerme usted bien".

Memoria Democrática: “Ha vuelto a enfrentar a las dos Españas que la Transición había superado con la generosidad de todos. Esta ley solo va dirigida a una parte, falta a la verdad y se basa en el partidismo. En una guerra civil no hay un lado bueno y otro malo. En la nuestra se cometieron atrocidades en ambos y ahora ustedes tratan de limitarlas prácticamente a uno de ellos”.

Como respuesta gubernamental, ni una palabra sobre: Marruecos y el Sahara; Gibraltar —la única colonia de Europa—; la ley electoral, las ocupaciones de viviendas…en fin, la corrupción subyacente que se ha llevado por delante a la directora del Instituto Armado, escoltada por tres tenientes generales.

Al veterano misacantano que, ciertamente, no hilvanó un discurso de investidura a la altura del papel que tenía encomendado, le ocurrió lo que a su amigo Umbral. Quería hablar de su libro y olvidó el argumento central de su discurso y programa de gobierno: la necesidad imperiosa de convocar elecciones.

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En línea con el paisano que se "ausentó" de la moción de censura contra él, el líder de la oposición —sin asiento en la Carrera de San Jerónimo— “se hizo el sueco”.

Optó, legítimamente, por alejarse, pero el ciudadano español no entiende los tacticismos de los políticos. Para ser presidente, hay que generar un entusiasmo que la mera incomparecencia no da.

Con su abstención, quiso ponerse de perfil ante un esperpento (dixit), condenado al fracaso. La justificación de no votar en contra, por respeto al candidato barojiano, sonaba a mentira piadosa con la que aliviar los insultos sufridos por un señor de cierta edad. Y una pregunta ad hoc ¿cómo se supone que puedes argumentar la abstención?

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Visto lo ocurrido, la atípica moción de censura, que se estrenaba como inútil y sin posibilidad alguna de prosperar, ha servido para otras cosas, lo que tiene mérito porque el parlamentarismo, ha desaparecido, donde en lugar de hablar se lee.

El tono cansado, a veces agotado, de quien irónico e ingenioso, trajo aire fresco — entre la mendacidad cínica y la inanidad seguidista— al debate parlamentario, además de un estilo distinto, al desnudar, con mirada perpleja, la impostura y el gargarismo de personajes que hablan con voz muy alta y el aplomo de quienes ignoran la duda.

Me pregunto ¿en qué estaría pensando cuando se despidió, cayada en alto —“creí que Sánchez me saludaría” — para la última foto, rodeado de la cincuentena de diputados radicales que le apoyaron en el tornado dialéctico y mediático en el que reconoce haber vivido? Es posible que fuera lo mismo que pensó la noche en que se fue de juerga en Madrid con Ava Gardner ¡que me quiten lo bailao!

Pendiente de respuesta quedó la pregunta que había hecho el candidato, peculiar e imprevisible, emulando a Vargas Llosa: ¿Cuándo “se jodió” España?