Opinión subrogada

Jose María de Loma

Jose María de Loma

También está la opinión subrogada. Que no tienes opinión sobre un tema, zas, esperas a ver qué dice tu líder de guardia, tu tuitero favorito, tu tertuliano predilecto. La cosa es tener opinión, no vaya a ser que salgas de casa sin opinión y te dé un mareo, un jamacuco, un algo. Fue ingresado de urgencias por carecer de opinión en plena calle, diría un parte médico. Por Dios, a quién se le ocurre no tener opinión, parecía una persona sería, clamaría el vecindario. Tener una opinión es fácil: te despiertas y empiezan a llegar. Llegan por el teléfono, la tele, la radio, la vecina, el portero, el mensajero. Es plan de coger una, o dos si son pequeñas y, hala, ya tienes tu propia opinión. No tienes que pensar, reflexionar, gestar, alumbrarla, cuidarla y ya luego lograr que recorra mundo y conozca gente. No. Qué va. Menudo esfuerzo. Y además es gratis. Que tienes el día levantisco, te coges una opinión fuertecita y provocona y a afrontar la jornada bien pertrechado. Que no estás para idioteces ni para aguantar a nadie, pues hombre, te coges un tópico discreto y ya te alinean en la manada opinativa gris y nadie te da la latazo. Pero ir sin opinión es como ir sin calzoncillos. O sin un kleenex en el bolsillo. Poder se puede, y no faltan partidarios de hacerlo, pero te puedes ver en un aprieto o situación no deseada, en un ridículo o renuncio. Es preferible exhibir los calzoncillos que las partes llamadas nobles, lo mismo que es mejor exhibir una opinión, la que sea, que exhibir un pobretón "no lo sé". No digamos ya un "ni idea". Los políticos por ejemplo prefieren la horca antes que decir no lo sé. Pareciera que les quita años de vida no tener opinión sobre algo. Y lo malo es que más que opinión tienen dogmas. Aunque bien mirado, esto ha creado empleo.

Me imagino a la legión de escribidores de argumentarios que hay para que hasta el último lidercito de una mancomunidad perdida en un frondoso valle tenga párrafos para recitar como un loro. Dicho este, recitar como un loro, que nunca he entendido bien, dado que conozco loros con una capacidad de entonación y persuasión mucho más lograda que la de algunos tribunos. Voy a subrogar una opinión que aún no he tomado ni café. Ya las estoy oyendo. A ver si alguna me queda bien.

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