Opinión

De Jacqueline Lee Bouvier a Ana Lequio

Obregón reinterpreta la costumbre yanki de conservar el apellido materno, empleado como segundo nombre

De Jacqueline Lee Bouvier a Ana Lequio

De Jacqueline Lee Bouvier a Ana Lequio

Cuando Jacqueline Lee Bouvier nació en Southampton (Nueva York), fruto del truculento matrimonio del apuesto corredor de bolsa de Wall Street John Vernou Bouvier III y la socialité Janet Norton Lee (Bouvier de casada), los gritos llegaron hasta Park Avenue y aledaños. Janet, gran dama de la alta sociedad neoyorkina, con tanto carácter como paciencia, se empeñó en hacer constar su apellido en el registro civil, como ella misma llevó el "Norton" de su madre añadido al "Janet".

Al padre de la criatura, conocido como "Black Jack" (sobrenombre que no necesita demasiada explicación), no le hizo pizca de gracia, pero no le quedó otra. Transigió con los deseos de su esposa. Cuando la hermana menor de Jacquie, Lee, vino al mundo en 1933, la progenitora repitió la misma operación, pero esa vez le puso directamente su nombre. Harta de los engaños y triquiñuelas de Jack, el matrimonio se divorció en 1940. Janet se casó más tarde con el heredero de la Standard Oil, Hugh Dudley Auchincloss Jr., y tuvo dos hijos más: Janet Jennings Auchincloss y James Lee Auchincloss. Esos "Lee" repetidos en la partida de nacimiento de la que fue esposa de JFK y en casi todos sus hermanos no figuran como apellidos, no lo son. En realidad, se trata del segundo nombre de los niños, la estratagema que aún hoy las madres estadounidenses tienen para que los hijos lleven el apellido de su familia. De hecho, el Fitzgerald de Kennedy es el apellido de la matriarca Rose, que dicho sea de paso, como hija del alcalde de Boston, tenía más pedigrí que su marido. Y es que cuando nace un bebé en Estados Unidos y Reino Unido, por tradición, (la costumbre y las normas no escritas son fuentes del derecho anglosajón), se le inscribe con el apellido del padre y el de la madre se pierde. La actriz Ana García Obregón, que tiene revolucionado al país desde que es madre legal de una niña nacida en Miami (Florida) de un vientre subrogado, ha reinterpretado esa tradición por partida doble. Ha llamado a su hija Ana Lequio Obregón y ha optado por poner como segundo nombre del bebé el apellido de su primogénito, Aless Lecquio, fallecido hace tres años por un cáncer, aunque, en principio, a tenor de lo que ha trascendido, omitiendo la "c" del Lecquio (el apellido completo es Lecquio di Assaba). Además, ha virado el orden de sus propios apellidos, obviando el García y prefiriendo el Obregón, procedente de la abuela de la criatura, Ana María Obregón Navarro, recientemente fallecida. En España podría haber elegido su segundo apellido en primer lugar, siempre que se hubiese cambiado antes el orden, pero parece poco probable que un juez hubiese permitido asentar a la recién nacida como "Ana Lequio". Otro caso son esos términos que se usan indistintamente: Alonso, Guzmán o Beltrán, entre ellos. Desde hace décadas las americanas recurren al "second name" y aunque al principio era una costumbre de las capas más "hight" de la sociedad, es cada vez más habitual. Las españolas casadas con americanos también lo hacen, otra cosa es que los hijos lo utilicen.

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