Considero amigo a quien se puede acudir en busca de consejo en circunstancias difíciles. Ángel Arias, fallecido el sábado, lo era. Un compañero sabio, de conocimiento enciclopédico, forjado en el estudio y la práctica profesional. Brillante en las Ciencias y en las Humanidades. Un hombre recio, de buen juicio y excelente pluma, que siempre encaró los retos de la vida, tanto en la salud como en la enfermedad. Querido amigo y secretario, tus compañeros del "think tank" de la Escuela de Minas tendremos presente los tres principios que defendías: compromiso, rigor y diálogo. Nos dejas un vacío importante y el testimonio vital de una forma de entender la ingeniería que muchos compartimos. Gracias, querido Ángel.
