O yo o el caos

Francisco García

Francisco García

En la Asturias política que camina presurosa a las urnas del 28 de mayo contienden partidos, partiditos y partidos por la mitad. Empecemos por estos últimos, que son los que en recientes calendas ofertan al respetable el espectáculo más tragicómico de la escena regional, cuando no deplorable.

La desbandada de Ciudadanos ocasiona a los restos de la formación centrista un monumental descrédito, para bochorno de los que se quedan y descrédito de los que se van. Lo que está sucediendo en el grupo parlamentario autonómico supone una absoluta falta de respeto a la Junta General del Principado, templo  -es un decir- de la virtud democrática regional. Hablamos de grupo pero, ¿que grupo si quedan tres y mal avenidos que en lo único que coinciden es en los 3.900 euros netos al mes y en sortear a la torera el reglamento de la Cámara? Con una portavoz que no habla, un tránsfuga no adscrito y un evadido al bando popular. Tan ese así que el color naranja se tinta de sonrojo, como si la mandarina hubiera trocado en sanguina.

Tampoco el navajeo en Podemos tiene un pase, con purgas tan sangrantes que dejarían a Stalin en pedestal próximo a la madre Teresa de Calcuta. Sin candidatura autonómica a horas del cierre del plazo de la inscripción de la lista, tirios y troyanos se ponen morados a guantazos, en Langreo y en Oviedo, con Rafa Palacios de cocinero o cocinillas, salpimentando todos los platos con abundante dosis de wasabi.

Especialista en partirse es el PP asturiano, que va camino de escabechina si las urnas no le son propicias. Aunque a los populares hay que reconocerles el frecuente empeño de ser el partido donde otros acuden a sacar partido. La estrategia integradora de Canga le salió batracio con Foro, pero puede que en sus manos quede convertir de nuevo en princesa a la rana en Gijón, ciudad donde, por otra parte, los socialistas encallan en las encuestas por culpa de la movilidad y de las cantatas de “La donna è mobile”.

El máximo beneficiario de semejante desbarajuste es Adrián Barbón, al que ni chamuscan los incendios ni sepultan los argayos. A la vista del país de los ciegos, al Presidente le basta transmitir un mensaje para ganar: “O yo o el caos”. Aunque el caos también sea yo.

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