Los indecisos, Vinicius y Tina Turner

Francisco García

Francisco García

Se supone que usted, dilecto lector, reflexionó ayer lo que debería tener ya hace tiempo reflexionado, puesto que la mayoría del electorado asturiano es votante de piñón fijo que suele perdonar dislates y veleidades por cariño fraternal -y en la mayoría de las ocasiones heredado- hacia unas siglas. De manera que ayer solo les tocó pararse a pensar a los indecisos, que los partidos contendientes consideran siempre legión y ponen en ellos la esperanza de un vuelco que lleve la contraria a las encuestas. ¿Tienen los indecisos la llave del resultado que arrojen a medianoche de hoy las urnas? Rotundamente, no. Da la impresión que en Asturias todo el pescado está vendido. Y la rula echa el cierre los domingos, así que nadie aguarde una lluvia de “monos” en los primeros barcos de la costera del bonito con votos inesperados en el estómago como el anillo de San Atilano.

Más que reflexionar sobre a quién votar hoy, la mayoría deberíamos pensar detenidamente si los españoles -los asturianos también- merecemos el estigma de racista que nos han colgado a cuenta de los insultos al futbolista Vinicius, y que ha hecho carrera incluso en países de evidente racismo, como el de origen del aludido. No se a usted, pero a mí me preocupan las etiquetas que confunden de manera torticera una parte con el todo. Por ese motivo, para acallar esos bulos es preciso aplicar medidas de tolerancia cero contra el racismo, la xenofobia, la homofobia y cualquier forma de intolerancia. Y hacerlo con valentía. Si en los campos de fútbol se escuchan palabras que incitan al odio, la discriminación y la violencia, hay que parar los partidos. Y si persisten pese a todo, suspender la liga. Acabar con el odioso discurso que conduce a la polarización de la sociedad es medida también obligatoria en política.

Esta semana ha muerto Tina Turner, que en julio de 1990 pasó por Gijón como un huracán, cincuentona ya pero con la vitalidad de una jovencita. Ejemplo de mujer, reina del rock y leona indomable, sufrió maltrato de su primer marido, Ike, con el que formó dúo musical, y también comentarios racistas. Cuentan sus memorias que en cierta ocasión entró en un restaurante y la camarera le espetó: “Eres una perra negra”. “Pero una perra negra bonita”, respondió ella. Renegó de su nacionalidad estadounidense y hasta el fin de sus días vivió como suiza.

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