Billete de vuelta

Asturias y el clima

Francisco García

Francisco García

Que Asturias se ha convertido en refugio climático de sureños y mesetarios que llegan asfixiados y con la lengua babeando como el perro de los Baskerville se antoja una evidencia incuestionable. Asoman por el Huerna hordas invasoras en busca del fresquito después de haber visto freírse un huevo en una acera y tras noches de insomnio que no se cura ni pasando revista, una por una, a toda la cabaña lanar de la reciella (aun sin llegar a los excesos de Gil de Biedma, que para dormirse, en vez de contar ovejitas recitaba de memoria los versos del "Cántico espiritual" de San Juan de la Cruz). Dormir arropados y salir de noche a pasear con la rebequina son lujos incuestionables que no alcanzan precio.

Algunos a los tres días ya están hartos de que un rato salga el sol y al otro chispee. "Es que en Asturias tenéis un clima muy cambiante", te espetan. Es error muy extendido confundir climatología con meteoro. El clima no es cambiante en Asturias, lo que cambian son las condiciones meteorológicas. Que de pronto sale el sol, todo dios a la playa. Que sopla nordeste y te voltea la sombrilla, al chiringuito. Que se pone a llover sin previo aviso, a ahogar las penas al chigre. Que vas de monte y te pierdes por la niebla, ya llegará el helicóptero de rescate. Que te abrasas los pies en la Ruta del Cares, haberte puesto calzado deportivo en vez de alpargatas.

El clima en Asturias es atlántico y lo seguirá siendo igual que el de Marbella será mediterráneo por los siglos. Y el de los Pirineos, de montaña. Es de libro. Ocurre que la información meteorológica ocupa más tiempo ya en los noticieros que la deportiva y de igual manera que todos sabemos más de fútbol que Ancelotti, también nos creemos ahora émulos de Roberto Brasero. Y no hay que confundir churras con marianos medinas, ni chubascos con churrascos.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents