La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carmen Martínez Fortún

Macarras

Atajar la mala educación y el matonismo en la política

Ala izquierda de hoy no le van los escraches y no como cuando Iglesias los llamó jarabe democrático. Leña fascista los consideró cuando fueron él y su familia las víctimas, como antes Cifuentes, Villacís o Sáenz de Santamaría. Entonces él y compañía los impulsaron o protagonizaron como aquel contra Rosa Díez. Podrá haber equivocados que disfruten ahora con el acoso a políticos que defienden lo contrario de lo que ellos piensan pero a muchos de los que nos parecieron mal entonces, nos lo siguen pareciendo ahora.

El otro día, un señor maleducado de Valladolid abordó en el AVE a Óscar Puente y con chulería le preguntó por Puigdemont de malos modos. Por lo visto, además de impedirle el paso, también habló de puto PSOE, cosa que está fatal. Óscar Puente, al decir de Pablo Iglesias, que ya pinta lo que pinta, o sea muy poco, aunque no sé si menos que su mujer por obra y gracia de Díaz, es un macarra, pero eso no justifica su acoso. Por lo que ha trascendido en los medios, el acosador es un buscabroncas y su conducta reprobable. Puente ha dicho que lo ha denunciado, que es lo que hay que hacer en esos casos, aunque una, en su momento de maldad, perciba el contraste o incoherencia entre judicializar una conducta de un particular que, como mucho, puede considerarse de falta de educación a arrebato ofensivo o libertad de expresión y pretender y defender ¡ahora! desjudicializar un delito grave contra el Estado. Ahí lo dejo.

Tampoco ha gustado a muchos el comportamiento macarra de los diputados peperos, arrastrados por el matonismo del ex alcalde de Valladolid, coreando ese ¡cobarde! a Sánchez, que, en opinión de tantos, incluso de su cuerda, ha quedado como Cagancho con una actitud que le califica por sí sola, sin necesidad de que quienes la tienen pierdan la razón a fuerza de mala educación.

Impecable la conducta y reacción de Lobato ante el otro macarra violento ¡demasiados! que cacheteó a Almeida. Por eso resulta ineludible, aunque sea predicar en el desierto, conminar a los políticos a que corten ¡ya! esta ola de macarrismo. Mientras haya tiempo.

Compartir el artículo

stats