Ya sabe el alcalde Canteli con quién se va a tener que jugar los cuartos, en el Ministerio de Transportes y Movilidad Urbana, para sacar adelante el plan de La Vega, la joya de la corona del actual mandato municipal, el proyecto por el que, de cumplirse en sus términos iniciales, cubriría de gloria venidera al alcalde y a su equipo de concejales. Pedro Sánchez, al que le apasiona recoger a caídos en combate y rehabilitarlos, o alzar en el pedestal a reconocidos perdedores, ha entregado la citada cartera a Óscar Puente, ese diputado de Valladolid y exalcalde pucelano al que utilizó de dóberman para azuzar a Núñez Feijóo en su fallida investidura de hace unos meses. El parlamentario del que el presidente se sirvió para ningunear -y de paso zaherir con argumentos barriobajeros- al líder del PP, recibe un ministerio como premio a ese servicio y en compensación a haber perdido la alcaldía de su ciudad a manos del tándem PP-Vox.
¿Cómo iba a resolver en los últimos meses su antecesora, Raquel Sánchez, el convenio de La Vega, si seguramente ya intuía que le quedaba poco en el convento? Sálvese quien pueda, pensaría la exministra defenestrada; y a Oviedo, que le den. Ya puede el alcalde mandarle una carta a Puente por vía de urgencia para que acelere la negociación de la permuta con la titular de Defensa, que por fortuna sigue siendo la misma, y pedirle que eleve el expediente de la vieja fábrica de armas a lo alto del cerro de papeles heredado de quien le precedió y que no resolvió lo que le competía en tiempo y forma.
Como la capacidad de gestión de Puente sea tan afilada como su lengua, los ovetenses pueden dormir tranquilos. Aunque parece que los pucelanos no opinan de esa manera. Que pregunten a los habituales de las barras de la calle Cascajares…