La verdadera bomba atómica: investigación y acción

La necesaria colaboración entre Universidad y empresa

"En algún lugar, algo increíble está esperando ser descubierto", dijo el físico Robert Oppenheimer. Este año vimos en los cines la película biográfica "Oppenheimer", dirigida por Christopher Nolan, en la que el físico aparece como el director del Proyecto Manhattan. Los mejores académicos estadounidenses trabajando juntos en medio del desierto de Los Álamos (Nuevo México) para adelantar a los nazis en la carrera para crear la bomba atómica. Burócratas, científicos y militares trabajando en una misión muy concreta y secreta. En la gestión de la I+D se le considera el primer proyecto de investigación moderno: encargo, presupuesto, ejecución y protección de los resultados (patentes). La utilización práctica del conocimiento apilado en las estanterías. Ahora se llamaría transferencia del conocimiento y colaboración público-privada.

Uno de los retos de las Universidades es, además de formar a nuestra juventud, mejorar la sociedad y el entorno económico llevando a la práctica sus investigaciones y conocimientos adquiridos. Para ello se fomenta la participación de empresas en los proyectos de investigación, se firman acuerdos de colaboración, se patenta el producto de los resultados cuando son exitosos, se crean nuevas empresas (spin-off) por parte del personal universitario, etc. Otra figura son las cátedras, un instrumento de colaboración entre la Universidad, la empresa y los organismos públicos para el desarrollo de actividades de interés general y mecenazgo en los ámbitos de la docencia, investigación y transferencia del conocimiento. La Universidad de Oviedo tiene 41 cátedras que gestionan en torno a un millón de euros, según dijeron hace unos días en su reunión anual.

Es fundamental que las Universidades y otros organismos de investigación –como el CSIC– sigan realizando investigación pura, básica y proyectos muy alejados de la visión empresarial cortoplacista. Por contra, la investigación aplicada usa el conocimiento científico –de uno o varios campos– para resolver problemas prácticos y ahí es el sector privado quien mejor conoce las necesidades de la sociedad. Un personaje de la película dice de Oppenheimer: "la genialidad no implica sensatez, cómo podía ver tanto y estar tan ciego". Las empresas son las que aportan sensatez y luz a la investigación aplicada, dirigiéndola hacia unos objetivos realistas y plausibles. Es un escenario complejo, donde hay que reclutar investigadores, convivir con empresas y contratar con cierta libertad.

El doctorado industrial, nacido hace 10 años, es otra figura relevante para la colaboración entre las Universidades y el sector privado. La persona que realiza la tesis doctoral participa en un proyecto de investigación que se lleva a cabo en una empresa o administración pública. Es decir, el doctorando tiene un contrato laboral y remuneración oportuna que proviene del sector privado. El nombre de estos doctorados puede llevar a confusión porque se realizan en cualquier ámbito académico, sea de ciencias, técnico o humanidades. Por desgracia, es una figura muy poco conocida y utilizada en la actualidad. Sólo 23 alumnos de la Universidad de Oviedo realizaron esta modalidad de tesis doctoral en los últimos 5 años (se aprueban unas 250 tesis al año de media). De los 41 doctores que recibirán en Oviedo el premio extraordinario de doctorado el próximo enero, sólo dos –uno de ellos el arriba firmante– tienen un doctorado industrial. La Universidad debería apostar más por esta figura que realmente integra la investigación en el tejido productivo y social.

Al final de la película, Oppenheimer está atormentado por el invento tan destructivo que ayudó a crear. Pensaba que la bomba atómica sería un elemento de disuasión que acabaría con las guerras pero lo que provocó fue miedo, destrucción y muerte. Una reacción en cadena imparable, fabricándose miles de bombas durante la guerra fría. Sin embargo, la física atómica también ha permitido salvar millones y millones de vidas gracias a la medicina nuclear, la generación de energía eléctrica o sentar las bases para inventos como el láser –con multitud de aplicaciones– o el ordenador cuántico que, sin duda, revolucionará la sociedad.

El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor; la ciencia y la tecnología son inocentes. Ojalá se produzca una reacción en cadena en la colaboración entre Universidades y empresas. Un círculo virtuoso con un poder de construcción inimaginable, la verdadera bomba atómica.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents