Opinión
La abogacía, olvidada
El nuevo Consejo General del Poder Judicial, sin abogados
Antonio González-Busto Múgica es decano del colegio de abogados de Oviedo
Impresiona la primera escena de "El Padrino". Amerigo Bonasera relata la desgracia de su hija, maltratada por dos hombres que trataron de abusar de ella. Explica que, como buen americano, recurrió a la justicia, que condenó a los agresores a tres años de prisión pero que, de inmediato, el juez dejó en suspenso la condena, poniéndolos en libertad para desesperación suya.
Se dirige a Don Corleone y le susurra al oído que ordene matarlos. El Padrino rechaza la solicitud. Ni le parece justa la petición, porque la hija de Bonasera conserva la vida, ni él es un asesino. Los dos protagonistas dialogan, pero con una tensión que sobrecoge. El Padrino le reprocha no haber cultivado su amistad durante años y pedirle sin ningún respeto. Bonasera porfía. Cree que es cuestión de precio y se ofrece a pagar lo que le pida. Don Vito se levanta. Basta ese gesto suyo para que todos los que le acompañan en la sala hagan lo mismo. Se mueve con pausa. El espectador tiene la sensación de que va a pasar algo. El instante es dramático. Hay temor reverencial. Toma la palabra para hablar con calma y pronuncia una frase estremecedora: "Bonasera, Bonasera, ¿qué he hecho para que me trates con tan poco respeto…?".
Lo recordé cuando leí la noticia de la final renovación del Consejo General del Poder Judicial. ¿Qué habrá hecho la abogacía –me pregunté– para ser tratada con tan poco respeto?
El Partido Socialista y el Partido Popular se habían puesto de acuerdo, tras cinco años, para consensuar a los nuevos consejeros. Comprobé los nombres de los elegidos. Me sorprendió la presencia de dos asturianos, no porque recele de la calidad de los juristas de nuestra tierra, sino porque me pareció inhabitual considerado el peso político de la región. Busqué entre ellos algún abogado. No había ninguno. Tomé el ejemplar de la Constitución que tengo sobre la mesa del despacho. No recordaba el número del precepto, pero no tardé en encontrar el apartado 3 del artículo 122. El Consejo General del Poder Judicial está compuesto por veinte miembros. De ellos, doce deben ser jueces o magistrados de todas las categorías judiciales. De los otros ocho, cuatro deben elegirse por el Congreso y otros cuatro por el Senado, entre abogados y otros juristas de reconocida competencia con más quince años de ejercicio profesional.
¿No hay, en toda España, un solo abogado lo suficientemente capaz como para ser incorporado al órgano de gobierno de los jueces? ¿O es que, sencillamente, se orilla a la abogacía para que no moleste?
Pensé que la noticia, festejada por los políticos en la medida en que permitía superar una anomalía constitucional que, para vergüenza de todos, había trascendido a la Unión Europea, era pésima para la abogacía. ¿Por qué, para cumplir la Constitución, que obliga a renovar periódicamente el Consejo General del Poder Judicial, se incumple la Constitución, que obliga a integrar en él a vocales de procedencia no judicial, elegidos entre abogados y otros juristas competentes? ¿No hay, en toda España, un solo abogado lo suficientemente capaz como para ser incorporado al órgano de gobierno de los jueces? ¿O es que, sencillamente, se orilla a la abogacía para que no moleste?
Nuestra profesión vive un momento difícil, de reivindicaciones justas en materia de turno de oficio y de prestaciones dignas de jubilación. Cada una de estas cuestiones, por separado, merece un comentario que dejo prometido.
También debe reivindicarse el trato considerado por los tribunales de justicia. Un abogado no es menos que un juez. Ambos profesionales se sientan en los estrados del juzgado a la misma altura, un dato que en los últimos años parece haberse olvidado: citaciones intempestivas, horas interminables de espera en los pasillos, que podrían evitarse con un mínimo de delicadeza; desconsideraciones ante nuestros defendidos, presentes en las salas de vistas, resoluciones demoradas durante meses… A la judicatura le vendría de perlas que la voz de la abogacía se escuchase en su órgano de gobierno. Así podría conocer perspectivas diferentes de las suyas propias.
No hace demasiado tiempo debí plantarme ante una magistrada que se vio obligada a suspender un juicio señalado con más de un año de antelación porque el juzgado había olvidado citar a los testigos. Según ella, la culpa era de los abogados y procuradores de las partes, por no haber insistido lo suficiente en recordarle al tribunal que tenía que hacer su trabajo. Sentí una enorme incomodidad cuando me preguntó que para qué cobrábamos y le contesté que para pagar los impuestos de los que sale su sueldo y el de sus funcionarios, pese que a la vista de lo que estaba sucediendo resultaba fácil concluir que no habían hecho su trabajo. Supongo que le sorprendió mi firmeza, porque lo cierto es que no me replicó y señaló el juicio para un año después. Han pasado casi seis meses desde entonces y el juzgado sigue sin citar a los testigos. Este es nuestro día a día y es imprescindible que se sepa.
Los políticos y la sociedad deberían tener presente que la abogacía es esencial en el estado de derecho. En el ámbito procesal contribuye de manera decisiva a la efectividad de la tutela judicial efectiva. Y en el del asesoramiento y el consejo ayuda, notabilísimamente, a la prosperidad económica de la nación. Particulares y empresas recurren a la abogacía para orientar sus negocios y para darles forma. Esa es la práctica diaria de todos los abogados.
Que al tiempo de renovar el Consejo General del Poder Judicial se haya querido dar la espalda a la abogacía no es sólo una desconsideración, que por supuesto que lo es. Se trata de un incumplimiento flagrante del mandato constitucional. No se puede cumplir la Constitución incumpliéndola, aunque eso sea, precisamente, lo que ha sucedido.
Los políticos a lo suyo, los jueces y magistrados encantados de copar todos los puestos del Consejo para reanudar la rutina de nombramientos, traslados, ascensos, licencias y demás preocupaciones suyas, tan frecuentemente alejadas de las del común de los mortales; y, mientras tanto, la abogacía olvidada.
Suscríbete para seguir leyendo
- La mujer de Jesulín confirma la sorpresa tras el anuncio de Makoke y Escassi
- La asturiana que es el alma de uno de los hoteles más lujosos del mundo, donde la noche vale entre 1.300 y 10.000 euros
- CC OO denuncia un 'linchamiento moral y profesional' al jefe de explotación de la estación de esquí de Pajares
- Escándalo en Sonsoles Ónega: 'Me enteré gracias a mi hija de 13 años de que mi marido me era infiel
- Los mutualistas asturianos saldrán a la calle tras la inesperada decisión de Hacienda: un 'expolio' de 40.000 euros por pensionista
- Dos conductores resultan heridos de gravedad en un accidente de tráfico entre dos turismos en Mieres
- Estas son las mejores sardinas en lata de supermercado según la OCU (y son de marca blanca)
- La sentencia que obligará al Ayuntamiento de Avilés a pagar hasta 18.000 euros a algunos trabajadores jubilados