Opinión

El buen olor de Cristo

Con la mirada puesta en el centenario del Opus Dei de 2028

Ignacio Aparisi Laporta es Vicario del Opus Dei para la Delegación del Noroeste

Durante su catequesis del miércoles 21 de agosto, Papa Francisco, recordando un texto de San Pablo, nos hizo considerar a todos los cristianos que, nuestros pecados no deben "distraernos de nuestro compromiso de realizar, en la medida de nuestras posibilidades y cada uno en su ambiente, esta sublime vocación de ser el buen olor de Cristo en el mundo". Considero que se trata de una propuesta realmente ilusionante para todos lo que, en la Iglesia, deseamos seguir los pasos de Jesucristo. Y me parece especialmente adecuada al específico carisma del Opus Dei, cuyos miembros estamos, con vocación divina, llamados a santificar el mundo desde dentro; es decir, sin abandonarlo, sin dimitir de las obligaciones propias que, para cualquier persona, conlleva participar en la construcción de la ciudad temporal.

Con la mirada puesta en el centenario del Opus Dei, que se cumplirá el 2 de octubre de 2028, en el presente aniversario me parecen también sumamente alentadoras las sugerencias que el Papa ha ido transmitiendo al prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, en sucesivas entrevistas. En la más reciente (24 de junio del presente año), Francisco le animó a que las personas de la Obra estemos muy cerca de la gente, sobre todo en los países donde hay más sufrimiento, o donde la labor evangelizadora es más difícil, y recordó el trabajo abnegado que hacen algunas personas del Opus Dei en esos países. En una audiencia anterior, el 28 de noviembre de 2022, el Papa nos animó a las personas de la Obra a mantener el empeño por llevar a muchos –especialmente a los que más sufren– la caridad de Cristo, pues este mundo herido atraviesa un periodo de violencia y de dolor que no puede dejar a nadie indiferente. Y, yendo más atrás en el tiempo, en la entrevista que mantuvieron en 2018, su Santidad pidió al Opus Dei evangelizar las periferias existenciales de las clases medias, el mundo del trabajo y el mundo intelectual. En fin, se trata siempre de que el apostolado que llevan a cabo las personas del Opus Dei esté cerca del sufrimiento que experimenta la humanidad en tantos ámbitos –enfermedad, soledad, dificultades familiares, educación de los jóvenes, etcétera–, también cuando no se da una pobreza extrema.

Mirando también al ya no tan lejano centenario, deseo aprovechar estas líneas para transmitir un mensaje de esperanza. Ciertamente, la humanidad atraviesa un momento caracterizado por los cambios y la incertidumbre. La situación geopolítica, las transformaciones tecnológicas, la crisis moral que tanto sufrimiento inflige a millones de personas, las tensiones dentro de la Iglesia y, en nuestro caso particular, algunas incomprensiones que padece el Opus Dei, pueden alimentar el miedo y la tristeza. Desde luego, no tengo ninguna receta especial para todo ello. Pero lo que sabemos los cristianos es que "todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios" (Rom 8,28). La certeza de que Dios nos ama no nos asegura una vida más tranquila, plácida o despreocupada, pero infunde paz en nuestros corazones. Respecto a la maravillosa misión que la Iglesia ha confiado al Opus Dei y que el Papa Francisco nos ha confirmado, quienes nos sentimos hijos espirituales de S. Josemaría nos acogemos a unas palabras suyas redactadas en 1935: "La Obra de Dios viene a cumplir la Voluntad de Dios. Por tanto, tened una profunda convicción de que el cielo está empeñado en que se realice". Con esta esperanza queremos celebrar el aniversario de la fundación del Opus Dei y prepararnos para su centenario.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS

  • Opus
  • Cristo
  • Dios
  • Iglesia
Tracking Pixel Contents