Opinión
Pujanza vinícola del Duero
Un recorrido por la Ribera del Duero y el Alto Douro Vinhateiro
El río Duero (en portugués Douro) es el más importante del noroeste peninsular. Nace, al menos cuando yo era estudiante, en los Picos de Urbión (línea divisoria natural entre las cuencas del Ebro y Duero) y desemboca en el Océano Atlántico a la altura del estuario de Oporto, después de recorrer 900 km. En efecto. Parte de su trazado constituye la frontera natural, con orientación N-S, durante casi un centenar de kilómetros entre los dos países ibéricos, encajonándose su cauce hasta formar profundos cañones en el conocido parque natural de Arribes, un espectacular paraje protegido.
A lo largo del discurrir fluvial destacan dos comarcas con un enorme patrimonio enológico: una en España, Ribera del Duero, y otra en Portugal, Alto Douro Vinhateiro.
Ribera del Duero es una denominación de origen que involucra una gran extensión de viñedos, dentro de una franja de 115 km de longitud por 35 de anchura, localizados de este a oeste, parcialmente en las provincias de Soria (desde San Esteban de Gormaz), Burgos, Segovia y Valladolid (hasta Quintanilla de Onésimo).
Este significativo ámbito vitivinícola ya era cultivado por los romanos para abastecer a sus tropas, pero a partir del siglo décimo fueron las órdenes monásticas las que propagaron la cultura del vino y desde el XV se controló la producción y calidad de los caldos regionales. A pesar de su prestancia, no lograron la denominación de origen hasta los años 80 de la pasada centuria.
Se trata de vinos fundamentalmente tintos, utilizando la variedad de uva conocida como "tempranillo", la cual constituye más del 90 % de la producción, siendo utilizada en las aproximadamente 300 bodegas existentes. Una cuestión que suele estar en el candelero es si son mejores los Ribera o los de Rioja, aunque hay para todos los gustos, los primeros son más potentes y tánicos, mientras que los segundos tienden a ser más equilibrados y suaves.
Durante los últimos años se ha desarrollado el enoturismo con visitas guiadas a las bodegas, sobresaliendo las que ofertan las burgalesas Don Carlos (Aranda del Duero) y Portia (Gumiel de Izán), y las vallisoletanas Emina Ribera (Valbuena de Duero), Olimarum Canalejas (Peñafiel)…
Por otro lado, Alto Douro Vinhateiro es un área del nordeste lusitano donde se practica la vitivinicultura de manera ancestral desde hace más de dos mil años. Con una superficie total de vides superior a 26.000 ha, se extiende por poblaciones tales como Pinhão, Lamego, Peso de Régua (con un trascendente museo del vino) o Vila Real, lugares clave surcados por el río Duero antes de alcanzar su final, para conocer la cuna del embriagador vino de Oporto, la primera denominación de origen del mundo en 1756.
Esta larga tradición agrícola ha configurado un paisaje de extraordinaria belleza, en el que las montañas se derrumban sobre el lecho fluvial, con un llamativo terraceo de los viñedos que tapizan y trepan por las empinadas laderas. Este fascinante panorama fue premiado por la Unesco, declarándolo en 2001 como Patrimonio de la Humanidad en la categoría de paisaje cultural.
El origen del vino de Oporto se remonta ciertamente al siglo XVI, cuando en un convento de Lamego (en la histórica región de Trás-os-Montes) añadieron al mosto brandy durante el proceso de fermentación, logrando con esta técnica un caldo resistente a las prolongadas travesías marinas, especialmente dirigidas a los consumidores ingleses. La aportación del aguardiente eleva la graduación alcohólica (entre 16º y 22º) y mantiene el dulzor natural de las uvas que no llegaron a fermentar, consiguiéndose un vino dulce, aromático, ambarino o rojo que se toma como aperitivo o como postre.
En Vila Nova de Gaia, área metropolitana situada enfrente de Oporto, en la margen izquierda del Duero, se concentran las principales bodegas de esta afamada bebida portuguesa, algunas muy reconocidas, que ofrecen a los interesados visitas y catas (Sandeman, Taylor Port, Vasconcellos, Ferreira, Quevedo, Solar dos Dragos, Cálem, etc.). En el paseo de esta ciudad, además de las bodegas se encuentran los llamados "rabelos", barcazas que originariamente se construyeron para el transporte de los toneles de vino y hoy se utilizan para realizar pequeñas travesías turísticas.
Los néctares de Oporto tienen en común con los de Jerez –dos de los tesoros de la enología universal– que se fortifican con aguardiente, lo que detiene el proceso catabólico de oxidación y preserva la mayoría de los azúcares naturales de la uva, resultando así una deliciosa ambrosía.
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