Opinión

Relato tras un mes

La herida abierta en Valencia

Mazón sale corriendo si le preguntan y no ha explicado por qué era su prioridad maquinar en un restaurante en secreto para lograr el control de la televisión valenciana. Luego, Margarita Robles abroncaba a los vecinos chillando al modo de un cuervo que ella no tenía la culpa

A un mes de la catástrofe, Valencia sangra por la herida, hay familias que todavía no han podido enterrar a sus muertos, las casas escupen fango, hay torres de coches enlodados y ha llegado el 0% de las primeras ayudas prometidas por el gobierno central. Luego se han prometido más, antes o después de que Sánchez afirmara que su administración estuvo ahí desde el principio, trola indecente que, aunque repita con insistencia mineral, nadie, ni los que le jalean invente lo que invente, se va a creer.

En este tiempo, tras riadas de lágrimas, ha dado tiempo de más. Atizaron a los Reyes y luego les aplaudieron, Feijóo dijo que ya no había lugar para más errores mientras el gobierno de la Generalitat se embarra en ellos. Nombraron a un militar y se pasó una semana visitando televisiones y radios. Siete días después tomó posesión. Poca prisa pues debía estar negociando el sueldecito.

La Generalitat subió las retribuciones a sus consejeros, infamia gorda que no ha tenido toda la repercusión que debiera, la supuesta eficacia de ese héroe de Afganistán aún no ha presentado una sola evidencia y ha dado tiempo de que Margarita Robles visitara garajes e impartiera clases de separación de administraciones mientras –todos la vimos y no es un bulo aunque lo repita 8.000 veces- abroncaba a los vecinos chillando al modo de un cuervo que ella no tenía la culpa porque tenía 8.000 militares trabajando y que si no limpiaba los garajes era porque los malos de la Generalitat no la dejaban.

Mazón sale corriendo si le preguntan y no ha explicado por qué era su prioridad maquinar en un restaurante en secreto para lograr el control de la televisión valenciana en lugar de estar atento a la amenaza cierta que se cernía sobre quienes él tenía la obligación de proteger. Y aunque las señorías de Madrid maquinaran a su vez en público y se quedaran con el control de RTVE sin vergüenza ni respeto alguno a las víctimas dolientes porque ellas están para las cosas importantes y no para achicar agua, eso no mengua su culpa. Este es el relato. Para que conste sobre el olvido.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents