Opinión

La esencia del paraíso

Tal vez la sidra que sirvió para brindar por el reconocimiento de su acervo como Patrimonio inmaterial reconocido por la Unesco fuera saboreada como el destilado del paraíso, ritualizado mediante el escanciado, complemento indispensable. Ceremonia social cuasi religiosa, convivencial, ligada al sabor y al saber tradicional de Asturias, la sidra tiene ya su título anhelado.

"Desde que en diciembre de 2019 la Universidad de Oviedo y el Consejo Regulador de la DOP Sidra de Asturias firmaran la creación de la Cátedra de la Sidra de Asturias" se han realizado importantes trabajos de investigación, divulgación y formación. Algunos estudios fundados y ya muy consolidados afirman que esta bebida tradicional ya figura en un testamento del siglo VIII de la Catedral de Oviedo, Y su rastro histórico se busca incluso más atrás, mientras que en tiempos de historia documentada más reciente su pervivencia quedó en incontables muestras.

Recordemos que el néctar de la manzana está ligado a la misma idea del "fruto del paraíso". Resulta por demás significativo que el lema turístico de Asturias con reconocimiento general sea precisamente el de ser "paraíso natural" popularizado hace casi cuatro décadas. Tal vez debamos caer en la tentación de sostener que, ya que somos el paraíso, que menos que permitirnos pecar un poquito con el jugo dorado y mimado de la manzana.

Y es que ella es fruta casi planetaria y aunque no sea la más consumida en cantidad, por su excelencia encabeza el listado de las más sanas. Y además, es la más citada de la cultura occidental europea; y es bíblica. Aunque dicen que es originaria de Asia Central (malus domestica) y que en muchas regiones tiene leyendas asociadas, en el entorno europeo clásico se convirtió en presencia permanente. En historias y mitos se le asoció el simbolismo del conocimiento, la longevidad, la inmortalidad, la tentación y la caída del ser humano en el pecado.

En el Olimpo de los iracundos y pasionales dioses griegos cuentan que a una boda de postín no fue invitada la diosa de la Discordia, Éride o Eris, quien fiel a su nombre decidió provocar la confusión y la pelea entre las diosas presentes llevando, ¿qué se le ocurrió? una manzana de oro para la más bella, lo que desató la guerra entre el trío principal de Atenea, Afrodita y Hera. Buscando el veredicto del joven Paris, al que las tres quisieron sobornar, él eligió como el regalo preferido el amor bello pasional, lo que al final conduciría a la guerra de Troya. Y de ahí, o antes, al Paraíso donde Adán y Eva se jugaron su estabilidad y buen vivir pecando por hacerle caso a una serpiente insidiosa y morder, ¿qué?, una sabrosa manzana prohibida. No conformes con semejantes creaciones, retomamos el icono de la manzana, ya que hasta el rebelde luchador contra la injusticia suizo del siglo XIII, Guillermo Tell, hubo de jugar su vida disparando una flecha contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo. O, ¿quién no recuerda la hermosa y brillante manzana envenenada que la bruja perversa le dio a la inocente Blancanieves para quitársela de encima? Pero si hasta en la ley de la gravitación universal del gran Isaac Newton parece haber estado involucrada una manzana. Y ¿hemos pensado por qué a Nueva York se le apoda la Gran Manzana? o ¿por qué la firma que se cree más exclusiva de aparatos electrónicos ha elegido una manzana mordida? Todo tiene su motivo.

En el arte pictórico todo bodegón que se precie debe tener una hermosa manzana. Y si a nuestro territorio y entorno próximo nos circunscribimos, no hay autor que no haya escrito, o artista que no haya dibujado, pintado o esculpido manzanas. O recreado el ambiente que rodea en el "llagar" a la producción de sidra como una actividad en la que interviene toda la comunidad. Y es que desde la recogida de la manzana en las pomaradas hasta el consumo casero o chigrero se junta un mundo cómplice con el más preciado subproducto del mejor fruto.

Desde que en la televisión regional se anunciara hace once años que "la cultura sidrera emprende el camino para ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad" ha pasado mucho. Y se ha mantenido e incrementado la proyección "de la sidra y su cultura". Claro que aquí no podría ser de otro modo. Tal vez la sidra escanciada sea la forma en la que en la tierra del paraíso se ha logrado extraer del fruto lo bueno, la esencia de una bebida que solo la sociabilidad ha convertido en símbolo patrio. Sean prudentes sidreros.

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