Opinión
Cien números de "El Cárabo", 40 años de Fapas
Dos pequeños hitos en la lucha por la conservación de la naturaleza
Acaba de cumplir cien números la revista "El Cárabo". Una publicación para los amantes de la Naturaleza. Y ya han pasado cuarenta años desde que naciera el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), una asociación que busca igualmente la conservación de esa Naturaleza. Dos pequeños hitos, con importante participación asturiana, que sobreviven entre los avatares de nuestro planeta, sobre los peligros que soporta, insisto, nuestro planeta y su deriva hacia la penuria del calentamiento global.
Tanto la pequeña revista como la asociación naturalista ponen su punto de vista en los animales, algunos claves en la cadena trófica, que nos acompañan en nuestra asistencia vital sobre la Tierra, el único planeta conocido que mantiene una vida orgánica sostenible. Pero el éxito cuesta conseguirlo y la resistencia es difícil mantenerla. Son muchos los peligros que contraponen su existencia, muchos los poderes que se les enfrentan.
La naturaleza lucha contra una evolución que suprime desde costumbres a modos de vida, elementos de existencia que rompen esa cadena natural. Por ejemplo, en "El Cárabo" se cuenta cómo se acercan los pájaros a las ciudades hoy día, cómo viven, cómo cazan, sus técnicas, sus trucos naturales, algo que, fíjense, aprovechamos los humanos, de lo que nos apropiamos y aplicamos luego en nuestros avances técnicos, en la llamada "nueva tecnología". Y es que de los animales aprendemos a vivir, a sobrevivir. La desaparición de una especie suele traer problemas porque cada una es un eslabón en la cadena vital. Así el perseguido lobo es un depredador pero a su vez es uno de los mejores elementos para limpiar el espacio natural y si se le persigue por sus ataques a muchos animales domésticos es porque el hombre ha invadido su terreno sin compensar esa invasión. Creo necesaria una contrapartida por ambas partes. Falta equilibrio.
Algo parecido ocurre con el oso, animal que debe gran parte de su existencia actual en España (y principalmente en Asturias) a la visión hecha por el Fapas con la plantación de vegetales que han ido desapareciendo con la civilización, con la instalación de comederos… Un peligro de extinción llegado con las construcciones de poblaciones, carreteras, etc. que significan un avance en la vida de las personas pero perturbador de la vida de muchos seres vivos. El oso era perseguido por sus ataques a las colmenas, a algunos animales domésticos, a las personas, además de para conseguir, por ejemplo, su piel. No eran del todo ciertas esas razones. También ocurre con animales considerados vitales para una limpieza de los espacios naturales como puede ser el quebrantahuesos o el bisonte, uno haciendo desaparecer la carroña de los cadáveres naturales, otro un desbrozador de bosques, ahuyentador de lobos, suministrador de carne y leche, vitales en algunas sociedades… El hombre ha tenido que sustituir su desaparición con soluciones artificiales.
Pero esa lucha que soportan publicaciones como "El Cárabo", asociaciones como Fapas, no gozan de la admiración social que merecen. Algunos calificativos que se les aplican son peyorativos aunque sean por su defensa de la Naturaleza. La propaganda aún mantiene que "ecologista" es un individuo, una razón, contraria a la vida natural, perturbador de la existencia rural, aunque es precisamente lo contrario ya que su razón está en la defensa de lo natural (Ecologismo, define la RAE, es la "Doctrina que propugna la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente").
Por eso, la permanencia en el tiempo, tanto de Fapas como de la publicación on line de revistas como "El Cárabo", son motivo de celebración, por su contribución a conseguir un mundo mejor, luchar contra la ambición de los depredadores artificiales, de quienes desprecian la vida de las personas con tal de ampliar su ambición material sin respetar las Naturaleza. No nos quedemos en el alegre Baloo o el travieso Yogui. El oso es algo más que una fuente de ingresos turísticos. "El Cárabo" trabaja para evitar la desaparición, por ejemplo, del gorrión o del preciado mirlo (en asturiano, mirueyu).
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