Opinión

Resucitar a Franco

La última ocurrencia del sanchismo

Valle de los caidos

Valle de los caidos / PI ESTUDIO

En su afán por resucitar muertos para garantizar su propia pervivencia política, que amenaza agonía, Pedro Sánchez ha encargado a su cuadrilla de aprendices de brujo organizar, a mayor gloria suya, un centenar de actos para conmemorar cincuenta años de libertad en España a partir del finiquito de la dictadura de Franco. Cien eventos en doce meses suponen una pandorga cada tres días. ¿Les dará la chola para tanta mojiganga?

Desenterrar al dictador ya propició anteriormente réditos electorales a Sánchez. Y puede que el presidente del Gobierno pretenda multiplicar por la centena las adhesiones a cuenta de una readaptación interesada del cuento del hombre del saco. El discurso del miedo le ha funcionado hasta ahora, aun a riesgo de quemarse las manos en las brasas de este infumable aquelarre, que no viene a cuento ni interesa a la mayoría de los españoles de bien, que tanto detestan los extremismos de uno u otro signo.

El franquismo murió de viejo en la cama, no hubo épica en el entubamiento ni herencia política que impidiera el advenimiento de la libertad. Durante décadas no existió la extrema derecha en España. No la había, salvo residual, antes de Podemos y el secesionismo catalán. Cuando Sánchez sepultó la socialdemocracia y empujó al PSOE al radicalismo, se convirtió en estímulo principal de Vox. Como se le vaya la mano con la ciencia infusa del año que exhumamos ideológicamente a Franco, a lo peor consigue convocar a filas del enemigo a un batallón de veinteañeros desfilando a lomos del cara al sol. 

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