Opinión

La economía vaticana, de capa caída

Una amenaza latente de crisis y un futuro incierto para la Iglesia, con un déficit operativo de 84 millones de euros

La inesperada primicia salió a la luz hace solo unos días y el encargado de hacerla pública ha sido el propio papa Francisco. En efecto, el jesuita Jorge Mario Bergoglio reveló que las arcas del gobierno de la Iglesia arrastran una deuda millonaria desde hace algunos años, hecho del que se hizo eco recientemente la "Repubblica". Este famoso diario romano ha recogido el balance económico de la Santa Sede por todos los conceptos: unos ingresos de 1.152 millones de euros y unos gastos de 1.236 millones. De donde se infiere un saldo negativo de 84 millones, lo que supone una amenaza latente de crisis y un futuro incierto para la Iglesia.

A pesar del secretismo, opacidad y de ciertos tiznes conspiranoicos que caracterizan a las finanzas vaticanas (no se puede olvidar que el Banco Vaticano ha sido el centro de escándalos de malversación y fraude), parece muy acreditado que la riqueza que posee ese Estado es descomunal, incluyendo el patrimonio y los extraordinarios museos que atesora. El año pasado fue valorada en la estratosférica cifra de dos billones de euros solamente en bienes inmuebles, a los que habría que sumar las reservas de oro, acciones, joyas, obras de arte, divisas, etc. Hay que tener en cuenta que la clerecía católica posee solo en Italia el 20% de los predios de ese país. Este colosal erario choca frontalmente con las continuas peticiones de ayuda al prójimo que singulariza a la "Iglesia de los pobres".

¿De dónde proceden las ganancias que percibe la Santa Sede? La respuesta es sencilla, los ingresos dependen de varias fuentes: de manera notable de los beneficios generados por la fortuna inmobiliaria y sus galerías, a lo que hay que añadir los derivados del turismo, producción y venta de souvenires, emisión de sellos y monedas y a las inversiones internacionales.

Sin embargo, ocupan un puesto prominente las rentas provenientes de la caridad de sus fieles, donativos que sufren una permanente disminución por el decreciente número de practicantes. El denominado óbolo o denario de San Pedro, colecta efectuada en las comunidades religiosas de todo el mundo para el papa de Roma―, representa uno de los ingresos que sustentan el peculio vaticanista, cuya cuantía alcanzó el monto de 48,4 millones de euros el año pasado. En este capítulo, las máximas contribuciones se obtienen en Estados Unidos, Alemania, Italia, España y Francia.

¿Cómo se reparten los gastos? El aporte crematístico expuesto se muestra insuficiente para hacer frente a los dispendios a encarar, incluyendo las obras de caridad y las dádivas realizadas para diversos fines en los países más necesitados. Los importes asignados al conjunto de órganos de gobierno que constituyen la Curia romana y otros organismos anexos sobrepasaron los 90 millones. En la actualidad el Sacro Colegio Cardenalicio ,―consejo de la alta jerarquía eclesiástica―, está compuesto por 255 cardenales (de los cuales 140 son electores en un cónclave), cuya dignidad está acicalada de anillos, birretas y solideos. Cada uno de ellos recibe un sueldo de 5.000 euros mensuales y el correspondiente a los puestos destacados del Colegio (camarlengo, decano, protoobispo, protoprebisterio, etc.) ronda los 5.500 euros.

Remarcar, de manera preferente, que el papa Francisco ―predicando con el ejemplo, como mandan los cánones―, no recibe ningún salario, ni vive en el palacio apostólico, pues haciendo gala de humildad eligió como habitáculo la Casa de Huéspedes del Vaticano, lo que nunca había ocurrido con los pontífices predecesores.

Bajo la autoridad pontificia trabajan al menos 4.800 asalariados (entre altos cargos y funcionarios administrativos, técnicos, periodistas, etc.), que reciben retribuciones dispares, distribuidas en 14 niveles, con sumas que oscilan entre 2.919 y 3.649 euros al mes los superiores y 1.500–3.000 euros el resto. Sin embargo, poseen un régimen laboral "sui géneris", utilizo esta locución adverbial pues no tienen derecho a huelga y no pagan impuestos a Hacienda.

¿Cuál es el remedio para alcanzar el déficit cero? El papa solicitó el respaldo de la Curia romana para hacer frente al creciente déficit, buscando otras vías de financiación, en base a que cada institución "asuma un rol activo en la captación de recursos externos". Instó a los cardenales a adoptar una gestión responsable reduciendo los gastos superfluos, seleccionando bien las prioridades y la optimización de los presupuestos, para que la meta perseguida sea alcanzable. Concluyó el santo padre invitando a las organizaciones que registran ganancias a contribuir para cubrir las pérdidas generales y equilibrar las cuentas.

En resumen, el régimen monetario del Vaticano se enfrenta a retos importantes, tales como la dependencia de donaciones y la necesidad de transparencia de sus negocios, que demandan pronta solución. Las reformas financieras llevadas a cabo los últimos años no lograron fortalecer la eficiencia de la gestión económica, haciéndose imperioso utilizar herramientas que consigan que estos algoritmos se comporten mejor, evitando así caer en una inexorable catarsis negativa.

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