Groenlandia, qué pereza

Trump quiere Groenlandia. Yo quiero un jersey verde. Ambos hemos acudido a las rebajas: yo a la de los grandes almacenes, como tantos miles de ciudadanos, y Trump acude a las rebajas de la democracia. Le viene grande y quiere cambiarla. "Descambiarla" como se dice por algunos lares. Lo de Trump es un capricho y lo de tantos usuarios de las rebajas, o rebajistas, necesidad o antojo. Hay quien por este tiempo necesita un abrigo nuevo y barato y hay quien necesita reafirmarse, acojonar al mundo y lanzar un órdago. Lo malo es que después de Groenlandia quiere Canadá y hasta el Canal de Panamá.

Nosotros sin embargo una vez obtenida la ganga, el jersey o el abrigo, nos damos por satisfechos y nos vamos a tomar una cervecita para autopremiarnos por haber logrado la prenda sin excesivas bullas, colas o empujones. Esperemos que los contrapesos de la democracia americana frenen sus intenciones, igual que a nosotros el contrapeso del saldo en la cuenta corriente nos inhibe de seguir buscando cosas que comprar o incluso invadir. Hay analistas que creen que todo está estudiado y que el asunto va de obligar a China y Rusia a tener que rearmarse, aumentar el gasto militar y quedar así asfixiadas en su economía. Me parece que es una estrategia muy elaborada como para salir de la cabeza de Trump, aunque nunca hay que descartar nada que venga de alguien asesorado por Elon Musk.

Son tiempos de rebajas, se rebaja la democracia y en lugares como Austria la ultraderecha puede formar Gobierno. Una ultraderecha que siempre ha sido partidaria de las camisas pardas o azules que más que comprar para ellos tratan de imponerselas a los demás. Sin derecho a devolución.

Trump nos adentra en la incertidumbre igual que un dependiente nos introduce el miedo cuando nos advierte: "Caballero, esa prenda no sé si lleva el descuento del cuarenta por ciento".

Superaremos las rebajas aunque no sé si superaremos a Trump, siendo cierto que desde Europa damos lecciones morales a los americanos cuando nosotros hemos sido especialistas a lo largo de la historia en elegir, en las urnas, a impresentables de gran calado y escaso bigote que luego nos han hecho la vida (y la democracia) imposible. Con impasible ademán y esvástica. Trump quiere Groenlandia y nosotros queremos tranquilidad. Conviene tomar en serio al mandatario norteamericano, aunque a veces se comporte como un humorista. O por eso mismo, el humor es un asunto muy serio. Y por la pereza que da pelearse ahora por Groenlandia.

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