Opinión

Jorge salvador galindo

¡ZAS!

"¡ZAS! Desaparece la relación con el universo virtual". Así comienza la última novela de mi amigo Mariano Antolín Rato y así, como una aparición espesa y premonitoria, desapareció anteayer el autor de "La suerte suprema". Releo ahora esos primeros párrafos recordando la coña que nos traíamos los dos a pocos días de la publicación del libro. "Mariano, si tu personaje es Rafael Lobo y Rafael Lobo es tu alter ego, ¿me estás diciendo que te vas a morir?". "Yo no soy Rafael Lobo", bromeaba Mariano y añadía, si acaso con la boca pequeña, que Rafael tenía más o menos un treinta y cinco por ciento de Mariano, igual que la obra de Joyce Carol Oates tenía más o menos un treinta y cinco por ciento de Joyce Carol Oates. Vuelvo entonces a la novela, esta vez al final. "Desamparo, vacío, aire acondicionado asedian cuando doy la espalda a la ventana. En el momento de iniciar mi paso se va la luz. ¡ZAS!". Y se fue la luz, llegó el apagón (una oscuridad compacta e irremediable como la materia que no emite radiación electromagnética), cuando hace apenas tres días se mostraba feliz Mariano por haber rematado su nueva novela, feliz por contar ya en casa con su mujer, recuperada por fin de una operación delicada, feliz por sus nuevos proyectos que se contaban por miles. Tengo por aquí sus novelas más lisérgicas y salvajes y, entre todas ellas, la que él consideraba "su techo literario": "De Vulgari Zyklon B Manifestante". Tengo por aquí sus afiladas botas de cuero español, las alforjas de una Harley Davidson en fuga, su desasosegante picudo rojo, su mar desterrado, su no se hable más. Y no se habló más. Quedaron atrás todas las palabras, todas las cervezas y nuestra primera conversación sobre rodaballos. Y otra, cuando yo le decía que se podía sentir nostalgia de un tiempo que no se ha vivido, refiriéndome a su novela "Silencio tras el telón del sueño". Atrás quedaron las anécdotas de todos los beats españoles, de la única traducción que le hizo vomitar ("American Psycho") y de la que más orgulloso estaba ("Última salida para Brooklyn"). Atrás quedó Mariano Antolín Rato, MAR. Odiaba que le llamaran maestro, pero lo era.

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