Opinión

Salir de Asturias para ir a Asturias

El olvidado Suroccidente y sus carreteras

Una pareja amiga se desplaza con cierta frecuencia de Gijón a Degaña, de donde procede ella, y lo hace a través de la autopista del Huerna, pagando el correspondiente peaje, y transitando después por la carretera que conduce a las comarcas leonesas de Luna y Babia hasta Villablino. Y de ahí a Caboalles y el puerto de La Collada. Lo hacen así, como muchos otros que desde el centro de la región se encaminan al Suroccidente, porque es preferible esa alternativa, pese a su coste económico, que conducir hasta Cangas del Narcea y acometer después las rampas del Rañadoiro. Con esta segunda opción, el recorrido se eterniza y la seguridad mengua.

Resulta lamentable que a estas alturas del siglo XXI haya que salir de Asturias para ir a Asturias. Esta comarca asturiana tiene una espina clavada con la autovía de La Espina, que no acaba de llegar a buen puerto. Se trata de una obra que, retornando al símil literario y cinematográfico, se antoja “La historia interminable”.

La nueva Alianza por las Infraestructuras que el Gobierno asturiano firmó el pasado verano con los agentes sociales exigía al Gobierno de la nación garantizar la ejecución del tramo Cornellana-Salas, actualizar el proyecto El Regueirón-La Espina y establecer acuerdos que permitan dar continuidad al eje salas-Tineo-Cangas del Narcea. Sin olvidar la conexión de la A-63 a la altura de La Espina con la A-8 en Canero. Por ahora, la autoridad estatal ha hecho oídos sordos a tales reclamaciones, empeñada como está en otras cuitas territoriales de las que obtiene mayores réditos electorales.  

Tal inacción la paga el PSOE, que ha perdido ayuntamientos emblemáticos a cuenta de ese olvido imperdonable.

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