Opinión
¿Era una porquería su colegio?
Tengo delante un ránking de los mejores colegios de España. El mejor colegio es al que ha ido uno. Insustituibles recuerdos, gratas emociones, los amigos, las carreras, los suspensos o sobresalientes. La alegría. Salvo que te hicieran bullying, claro. El colegio es una fábrica de recuerdos aunque hay quien tiene idealizada la infancia. Un defecto como otro cualquiera: también hay quien tiene idealizados los piononos.
La infancia tiene mucho prestigio y hasta le han dedicado excelsos versos y poemas laudatorios. Es la patria y tal, que decía Rilke, un Rilke tal vez ya mayor que no se acordaba de su colegio pero que deseaba ser de nuevo joven. Los colegios son también aparcaderos de zangolotinos. Queremos mucho a nuestros hijos seguramente porque no los vemos todo el tiempo –el colegio les consume muchas horas–, cosa por otra parte que también pensarán nuestros hijos de nosotros. Suelen ser adorables en época escolar, antipáticos en la adolescencia, rebeldes en la universidad y finalmente de nuevo leales a sus progenitores en proporción al piso que vayan a heredar o a la cantidad destinemos a su manutención, vicios y necesidades. Se empieza escribiendo como un articulista rebelde y con los años acabas escribiendo como un padre. Hay colegios que prefieren que sepas como se dice en inglés destornillador o vericueto y que le dan menos importancia a los reyes godos. Otros prefieren incidir en nuestra atractiva historia de guerras, espadones, golpes de Estado, algaradas y el aprendizaje de raíces cuadradas pero descuidan saberes más prácticos. Casi todo lo que nos enseñan se olvida pero aprendemos el valor de la educación. Cuando salimos del colegio.
Los colegios compiten entre sí ahora que escasea la clientela: nacen pocos niños. A lo mejor acaban expuestos en museos. Serán ancianos los que vigilen tal obra de arte. Los niños vienen sin manual de instrucciones y a veces los ponemos a funcionar en el colegio de moda o que sale en un ránking o que simplemente nos pilla cerca de casa. Para algunos, el colegio o es ese sitio donde es incómodo aparcar el cuatro por cuatro y hay que ir bien vestido por si acaso nos topamos con los padres de Gutiérrez, que son muy relamidos. Se hacen listas de los mejores colegios como se hacen listas de las mejores hamburguesas de Torrelodones. El sueño húmedo de no pocos padres es llevarlos a un criadero de pijos. Los contactos lo son todo. Tal vez no aprendan a hacer la O con un canuto pero se trata de que no vayan a contracorriente. O sea, de que en el futuro tengan enchufes.
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