Opinión | Sol y sombra

Lo mismo pero peor

El matón, el gorila blanco, ha vuelto retador y amenazante con más votos, poder y un mayor control de las cámaras y la Corte Suprema que nunca. El discurso es el de siempre, devolvamos a Estados Unidos a una era dorada: el mismo que encarna el hombre providencia que se erige liberador y perdura desde Mussolini en un mundo donde las tiranías parecen resurgir para ir cristalizando en democracias autoritarias. Tanto a derecha como a izquierda, si es que este tipo de enfoque aún se puede aplicar.

Sin embargo, esta vez no son los mismos los apoyos en el caso del 47º presidente de Washington, que llega en volandas de los ricos de Silicon Valley para hacer de la nación de los hombres libres su negocio y poner a funcionar la calculadora. Donald Trump ya no es únicamente el abanderado de las mentes simples del Medio Oeste que predica el discurso del odio a las élites, ahora emerge con una fuerza inusitada para culminar su obra, envalentonado y crecido, una vez que ha comprobado cómo los electores de la primera democracia del mundo, conociéndolo, le perdonan ser un probado delincuente.

La terminología de derechas e izquierdas se desmorona y abre paso a otros conceptos. El mundo libra su batalla del trumpismo y el wokismo, dos percepciones extremas basadas en el odio y en la censura más liberticidas, tratando de destruir el modelo liberal de democracia directamente o a través de la manipulación prepotente y doctrinaria que consagra una superioridad moral tan absurda como peligrosa. La amenaza totalitaria está tan presente como en la primera mitad del siglo pasado.

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