Opinión | Lo que hay que oír

Decrementando, decrementando...

En recuerdo de José Luis Mediavilla Ruiz, cuatro callos audiovisuales y otras píldoras

Escena de "Cónclave".

Escena de "Cónclave". / LNE

Anteayer hizo un mes de la muerte del médico y escritor y bellísima persona José Luis Mediavilla Ruiz. Se fue un par de horas después de charlar amistoso y zumbón al teléfono con un servidor. Era tan gran doctor que se convirtió en metonimia (o sinécdoque o metáfora o antonomasia, qué sé yo ya: una figura en cualquier caso). De los 70 del XX para acá y ante cualquier problema del coco, no decía la gente "Voy al psiquiatra" o "Tienes que ir al psiquiatra". Decía "Voy a Mediavilla" o "Tienes que ir a Mediavilla". El apellido Mediavilla sustituía al sustantivo psiquiatra, igual que celo a cinta adhesiva, o clínex a papel desechable, o táper al recipiente hermético. Su estoicismo era tal que en medio de una feroz e histórica granizada asturiana, con mi coche haciendo patinaje artístico por la carretera, en un tris de darnos el trastazo mundial, en real peligro de muerte los dos, clavadas mis manos aterrorizadas al volante, se empeñaba Mediavilla –sereno y ajeno al apocalipsis– en instruirme con sutiles ejemplos sobre la diferencia entre neurología y psiquiatría: sin alterar la voz un gramo. Epicteto palidecería.

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Ayer habría cumplido 125 años Jacques Prévert. Un brazo hubiese dado el aquí firmante por haber escrito siquiera estos versos suyos: "Rappelle-toi Barbara / Il pleuvait sans cesse sur Brest ce jour-là / Et tu marchais souriante / Épanouie ravie ruisselante / Sous la pluie". Traduzco a mi modo: "Acuérdate Bárbara / Llovía sin cesar en Brest aquél día / Y tú caminabas sonriente / Dichosa embelesada empapada / Bajo la lluvia".

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Begoña López González es la directora gerente del servicio público de Empleo Principado de Asturias. Y ha puesto en la circulación del siglo XXI una palabra española pero de aquí te espero: "decremento", al hablar de la disminución del paro. Tal término se usaba poquísimo en el XVII y un pelín más en el XVIII ("El incremento y decremento de celeridad también son aparentes", escribía el sabio fraile Feijoo). La usó López Ibor en el XX "el decremento en la declinación viril". Pero ¿quién la conoce hoy? Cuatro gatos y Begoña López González. Qué peligro esas resurrecciones de vocablos. A cualquier analfabeto con cargo político, a cualquier locutor deportivo le sonará como el no va más de lo moderno (ignorará que ya existía "decrementum" en latín), con lo cual no parará de mal usarla. Prepárense ustedes las orejas: el Barça y el Madrid decrementan que es un primor; rechazamos el decremento de la puesta en valor; ustedes tienen la culpa del decremento de la fabada, señorías... Y así vamos decrementando...

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Igual ocurre con "involucración", término recogido por el DLE de la RAE. Es la acción y efecto de involucrar, y acaba de usarla Rafael Juan, CEO de la poderosa Vicky Foods. ¿No suena mejor "buscamos involucrar a las personas"? O, mejor aún, "comprometer". ¿Llegaremos a oír pronto "el decremento de la involucración"? Vivaspaña.

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Les traigo aquí noticia de cuatro callos televisivos o cinematográficos, para que no pierdan el tiempo... aunque, ojo, son mis gustos. (1) A pesar de contar "Cónclave" con los rotundos Ralph Fiennes y Stanley Tucci; a pesar de la importante fotografía y de la trama tan tramada sobre el Poder y el Vaticano; a pesar de ello, el absurdo desenlace me hizo abandonar raudo la sala muerto de alipori (ya saben: de vergüenza ajena). (2) Usaba yo la serie "Elsbeth" para preparar el camino a mi sueño reparador gracias a sus suaves tramas. Pero se hizo tan repetitiva e histeriquilla que conseguía desvelarme: fuera pues. (3) Matthieu Delaporte consiguió con su adaptación de "El conde de Montecristo" que acabase por detestar yo una de mis novelas preferidas: ¿no ha entendido nada ese director sobre la venganza, sobre Dumas? (y 4) "Wolfs" o el logro de lo imposible: ni siquiera Pitt y Clooney juntos consiguen levantar una nadería también productora de alipori.

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