Opinión | Un asturiano en Londres
La marcha de Muskolini sobre Washington
Cómo Musk y Trump están desmantelando América

La marcha de Muskolini sobre Washington / LNE
Estados Unidos, tal como lo hemos conocido durante casi 250 años, está siendo desmantelado desde dentro. No con tanques en la Avenida Pensilvania ni con un golpe militar clásico. No. Lo que está ocurriendo es más insidioso, más eficiente, más característico de Silicon Valley: un golpe tecnocrático dirigido por multimillonarios, disfrazado de "eficiencia gubernamental".
En el epicentro de este nuevo régimen están Donald Trump, el rostro de la operación, y Elon Musk, el verdadero arquitecto del poder. Trump aporta su culto a la personalidad; Musk, su culto a la eficiencia. Juntos están rehaciendo el gobierno de Estados Unidos a su imagen y semejanza, eliminando instituciones, purgando disidentes y asegurando el control sobre las finanzas, la justicia y la educación.
Si Mussolini marchó sobre Roma con sus Camisas Negras y se hizo con el poder en Italia, Muskolini –como la historia podría recordar a Musk– ha orquestado su propia marcha sobre Washington, ejecutando una toma de control corporativa y estatal con tal precisión que, cuando el país despierte del todo, ya será demasiado tarde.
El primer paso de toda consolidación autoritaria es eliminar la oposición. Mussolini tenía sus Camisas Negras, Hitler sus Camisas Pardas (SA). Trump y Musk tienen las Sudaderas de Silicon Valley y DOGE, la irónicamente llamada Department of Government Efficiency (Departamento de Eficiencia Gubernamental), un organismo que no busca mejorar la administración pública, sino desmantelarla.
Bajo el control de Musk, DOGE ha llevado a cabo una purga sistemática de funcionarios de carrera –no por incompetencia, sino por falta de lealtad al régimen MAGA– Musk. Miles de empleados de la CIA, FBI, Departamento del Tesoro e incluso el sistema judicial han sido despedidos o forzados a dimitir. Funcionarios que han trabajado bajo gobiernos de ambos partidos han sido expulsados por no jurar lealtad absoluta a Trump y Musk.
Esto no es una reducción de costes. Es una purga política. Es un golpe silencioso para convertir la burocracia federal en una maquinaria al servicio del nuevo régimen.
El asalto al Tesoro: El ascenso del Führer corporativo
Si Trump es la cara visible de la operación, Musk es la mente maestra que la ejecuta en la sombra. Mientras Trump despista con sus mítines incendiarios, Musk se ha asegurado el control de los sistemas financieros más críticos del gobierno.
DOGE tiene ahora acceso al software de pagos del Tesoro de EE UU, que maneja más de cinco billones de dólares al año. Pueden detener, redirigir o congelar fondos federales sin supervisión del Congreso. Peor aún, Musk y su equipo tienen acceso directo a los registros del IRS, lo que significa que pueden espiar a sus competidores, adversarios políticos y jueces del Tribunal Supremo.
Muskolini ha orquestado su propia marcha sobre Washington, ejecutando una toma de control corporativa y estatal con tal precisión que, cuando el país despierte del todo, ya será demasiado tarde
En la Italia de Mussolini y la Alemania nazi, el control de las finanzas fue la clave para consolidar el poder absoluto. Ahora, en EE UU, Musk y Trump pueden recompensar a sus aliados y asfixiar económicamente a sus enemigos. Esto no es solo corrupción. Es la creación de un Estado tecnofascista y una nueva cleptocracia.
El ejército privado de Silicon Valley
Detrás de Musk, una corte de multimillonarios tecnológicos está reconfigurando el gobierno a su antojo. Peter Thiel, Marc Andreessen, David Sacks –figuras clave de Silicon Valley– llevan años promoviendo la idea de un Estado dirigido por empresarios, no por políticos electos. La reciente inauguración del presidente Trump nos mostró esta nueva cara de America. En primera fila, los grandes titanes tecnológicos Mark Zuckerberg (Meta), Tim Cook (Apple), Jeff Bezos (Amazon) entre otros, mostraron su respaldo al nuevo orden.
Musk ha irrumpido en el gobierno de la misma manera en que tomó Twitter: de golpe, sin transición ni resistencia. Jóvenes ingenieros de Tesla, SpaceX y X (antes Twitter) han sido trasladados a Washington para operar en la sombra. Reescriben políticas financieras, rediseñan las agencias de inteligencia y bloquean el acceso de los empleados federales a sus propios sistemas.
Washington ha dejado de ser un gobierno y ahora es una startup, con Musk como CEO y Trump como su vicepresidente comercial.
El fin de la educación: La muerte del pensamiento crítico
¿Qué es lo primero que atacan los regímenes autoritarios? La educación, la historia y el pensamiento crítico. Mussolini reescribió los libros de texto. Hitler quemó bibliotecas y purgó universidades. Ahora, Trump y Musk buscan desmantelar el Departamento de Educación, eliminando la financiación federal y promoviendo un sistema de adoctrinamiento MAGA.
Musk ha calificado la educación pública de "adoctrinamiento socialista", mientras que Trump y sus aliados quieren un sistema que elimine referencias al racismo estructural, minimice la esclavitud y niegue el cambio climático. Mientras tanto, desvían la atención con la guerra cultural de género, convirtiendo la educación en un campo de batalla ideológico.
El saludo fascista: ¿Musk nos está avisando?
Si quedaba alguna duda sobre la ideología de Musk, desapareció hace unas semanas cuando, en un evento de Trump, alzó el brazo derecho en lo que parecía un saludo nazi. Dos veces.
El gesto fue tan contundente que incluso los medios más afines no supieron cómo justificarlo. Sus aliados alegaron que era "solo un gesto", pero la historia ya ha visto este guion antes. Los nazis comenzaron con gestos antes de normalizar la brutalidad. Mussolini jugó con la simbología fascista antes de desatar su régimen. Hoy, Musk coquetea con el autoritarismo con la excusa de que "la eficiencia" es más importante que la democracia.
Lo más aterrador no es lo que Trump y Musk están haciendo. Es la falta de resistencia. El Congreso está paralizado. Senadores republicanos que antes advertían del autoritarismo de Trump ahora guardan silencio cómplice. Los demócratas hablan, pero no actúan. Las demandas judiciales avanzan, pero DOGE se mueve más rápido que los tribunales. Los medios miran hacia otro lado. Mientras se distraen con Trump, Musk toma el control del gobierno por la puerta trasera.
Esto no acabará solo. O Estados Unidos reacciona, o el Estado tal como lo conocemos desaparecerá.
Trumpusk: el nuevo rostro del fascismo
Mussolini y Hitler usaron la violencia para tomar el poder. Musk y Trump lo están haciendo con dinero, tecnología y manipulación mediática. No necesitan ejércitos: tienen DOGE, algoritmos y bases de datos fiscales. No necesitan una Gestapo: tienen X, vigilancia con IA y control sobre la nómina federal.
El fascismo no siempre llega con botas militares. A veces, se presenta con sudaderas de Silicon Valley, una fortuna ilimitada y el argumento de que todo se hace por el bien de la "eficiencia".
Pero, si nadie los detiene, ¿quién lo hará dentro de cuatro años? Para entonces, puede que ya no haya elecciones libres, ni prensa independiente, ni tribunales que puedan frenar la maquinaria del poder. Cuando las reglas del juego las dicta quien tiene el dinero, la información y la tecnología, ¿cómo se combate un régimen que controla el futuro con un algoritmo?
Y si Estados Unidos, la democracia más influyente del mundo, cae en manos de un gobierno corporativo y autoritario, ¿qué significa eso para el resto del planeta? ¿Quién defenderá el orden global cuando la Casa Blanca se haya convertido en la sede de una empresa privada? ¿Quién pondrá límites cuando la tecnología sirva no para empoderar a la gente, sino para vigilarla y controlarla?
Estados Unidos corre el serio riesgo de dejar de ser una democracia para convertirse en una corporación privada con un dictador al mando. Lo llaman eficiencia. Lo llaman innovación. Pero ya lo hemos visto antes. Y sabemos cómo termina esta historia.
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