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Opinión

Escalada bélica por las minas de coltán

Un conflicto en el Congo silenciado en los medios

El último domingo de enero, el grupo rebelde M23 apoyado por Ruanda entró en el este de la República Democrática del Congo (RDC) y tomó la ciudad de Goma, capital del Kivu norte. La ONU confirma 3.000 muertos por esta ofensiva, pero admite que pueden ser muchos más. Además de los muertos, hay miles y miles de heridos, que no pueden recibir atención médica en los rudimentarios hospitales, desabastecidos y con escaso personal. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas teme un repunte de la violencia en esa zona y acusa directamente a Ruanda de apoyar al M23 que ataca con armamento pesado a poblaciones rurales protegidas por el Derecho Internacional.

Esta escalada de violencia ha forzado el desplazamiento de medio millón de personas en la zona y, en el contexto del conflicto, han muerto varios soldados de Naciones Unidas, algún periodista y componentes de algunas ONG europeas.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU pide a Ruanda que respete la soberanía territorial de la RDC.

La problemática de la zona es compleja y para ello, vamos a exponer algunas de las causas que explican lo que está pasando.

En el este del Congo hay un conflicto enquistado desde la década de los noventa. Esta zona tiene dos provincias: Kivu norte, cuya capital es Goma, y Kivu sur, con capital en Bukavu. Es una región muy rica en recursos minerales y con unas relaciones complejas con los países vecinos, que arrancan desde que en 1994 Mobutu permitió que más de un millón de hutus se establecieran en la zona, provocando enfrentamientos étnicos sobre los que se instala el verdadero motivo de la guerra: la explotación de las minas y el negocio del coltán. Todos los grupos armados tienen como objetivo común el control de los recursos minerales. Lo curioso es que, mientras los yacimientos están en territorio congoleño, es la vecina Ruanda la que se beneficia de su explotación, al punto de que la exportación de este mineral aumentó un 50% entre 2022 y 2023.

El este del Congo es el lugar de las desavenencias con los países vecinos y donde confluyen los intereses de las multinacionales para el control del coltán y el tantalio y no se puede hablar de nuevas tecnologías sin tener en cuenta estas materias primas, elementos básicos para su desarrollo.

Las minas de coltán son a cielo abierto y en ellas trabajan hombres y mujeres con jornadas de catorce horas por un euro, pero también trabajan en ellas muchos niños que pueden extraer el mineral de vetas muy pequeñas. UNICEF baraja cifras de 40.000 niños y niñas trabajando en estas minas por sesenta céntimos de euro al día.

En esta región del Congo confluyen la ambición de unos, la irresponsabilidad de otros y el silencio cómplice de la comunidad internacional. Y en este silencio estamos todos involucrados de algún modo. Somos usufructuarios de los recursos que ellos tienen y se les arrebata de manera impune, mientras el pueblo congoleño sufre las consecuencias de un genocidio silencioso y prolongado en el tiempo. Se estima que más de cinco millones de personas han muerto en esta guerra desde que empezó a finales de los años noventa.

Además, esta guerra tiene una característica y es el uso de la violencia sexual como arma de guerra, empleando la violación de mujeres de todas las edades, como herramienta para provocar el pánico. El Alto Comisionado ha denunciado estos días la extensión de la violencia sexual y aporta un dato terrible: 165 mujeres de una prisión de Goma fueron brutalmente violadas y posteriormente quemadas.

El Dr. Denis Mukwuege, premio Nobel de la Paz, ha denunciado esta semana lo que está pasando y manifestó que se trata de una guerra contra la población civil, inocente y desarmada. Denunció también la violación de las mujeres, que luego eran quemadas y estimó que, en estos momentos, una mujer es violada cada cuatro minutos. En la reciente edición de los "Goya" ha sido galardonado un documental, "Semillas de Kivu", que denuncia esta situación de violencia sobre las mujeres y resalta la labor de este médico que ha atendido a más de cincuenta mil víctimas de brutales violaciones.

Lo que está pasando en el este del Congo es una crisis humanitaria olvidada en los medios de comunicación y con una falta de voluntad política a nivel internacional, para buscar vías de solución.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos, tienen su parte de responsabilidad en tanto que apoyan al gobierno de Ruanda y guardan silencio ante la brutalidad que están sufriendo los congoleños del este.

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