Opinión

El final de la impunidad

Hoy cualquiera puede salir a las redes a decir lo que quiera, incluidos desmanes, agresiones y falacias manifiestas. Los que se castigan son una proporción ínfima, por lo que en la práctica reina la impunidad, caldo de cultivo de esa pandemia. Esto solo se acabará el día en que exista un programa que permita al usuario de internet (o como para entonces se llame) acceder a toda la basura sembrada por un individuo, debidamente empacada previa investigación. Se toca un botón y sale el historial en redes públicas del falaz o infamante, ordenada y clasificada por temas o tipo de desmán (noticia falsa, insulto, calumnia, acoso, soberana estupidez, etcétera), tapando el nombre de las víctimas. ¿Afecta esa información a su intimidad si él mismo la ha colgado en redes? Luego ese currículo, a disposición de todo el mundo, dará el perfil del sujeto en cuestión, a los efectos que sean.

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