Opinión | Un millón
Imaginación y memoria
Es verdad que se normaliza la anormalidad en seguida. Mire Gaza. Parecía el peor lugar del mundo, el sitio estrecho –la franja– adonde se había empujado a los palestinos unos metros antes de tirarlos al mar, pero si cierras los ojos al punto de vista humanitario (que busca el beneficio de la humanidad) y los abres al empresarial (que busca el beneficio económico) ves el valor que tienen los arenales de la costa para el turismo. Clavas una sombrilla y en seguida necesitas la hamaca e imanas el chiringuito, el restaurante, el hotel, el casino, el gimnasio, la joyería, las tres tiendas de ropa de marcas internacionales... "Abres las puertas del cielo", que diría Donald Trump de la misma manera que acaba de decir que "abrirá las puertas del infierno" en Gaza, como si alguien las hubiera cerrado.
La mirada inmobiliaria ve el casino donde hay hormigón molido y ensangrentado; clínicas de lujo donde estaban los hospitales bombardeados en los que morían bebés por inanición; aparcamientos para coches de alta gama donde las escuelas fueron diana de los bombardeos; restaurantes con estrellas Michelin donde las hogueras de las cocinas de emergencia hacían comida caliente.
Pero, tengas la mirada que tengas, se te van los ojos hacia arriba, a la izquierda, y vienen los recuerdos. Donde ves turistas se te superponen los gazatíes y a esa terraza helipuerto del hotel de cinco estrellas le sale un penacho de fuego, humo y hormigón y se oyen gritos en varias lenguas, y en ese hospital derruido –donde los médicos solo podían coger la mano de moribundos– que mudó en clínica de lujo revientan pacientes que aprovechaban su descanso para hacerse un blanqueamiento anal y se siembran de cadáveres las cintas de correr en los gimnasios de los que huían del ataque. La empatía se pone a cien porque uno no puede ser palestino si no nace y crece como tal, pero es turista alguna semana al año.
Se puede normalizar la anormalidad e imaginar cualquier cosa, pero si nosotros recordamos lo que pasó en Gaza, imagine lo que no podrán olvidar los palestinos.
Suscríbete para seguir leyendo