Adiós a un entrañable amigo

La muerte de Evaristo Arce es una gran pérdida para todos cuantos tuvimos el honor de gozar de su amistad y de su siempre sosegada y culta inteligencia. Nos conocimos hace muchos años en el Oviedo que nos acogió a ambos como una segunda casa con vocación de convertirse, como así fue, en un hogar permanente. Y desde el primer momento sintonizamos, comenzando a construir una sincera amistad que ha perdurado durante todos estos años.

Para mí fue un honor y una gran alegría haber podido contribuir a que cumpliera su sueño de ser Hijo Adoptivo de Oviedo, un título muy merecido por su probado amor a esta ciudad y a sus gentes. Fue un día muy especial para todos los que le queríamos y un acto de justicia para quien tanto ha hecho por la cultura y el arte en nuestra comunidad.

En los últimos meses, ya con la salud delicada, seguía viéndole disfrutar con sus compañeros de tertulia en una cafetería de la calle Cimadevilla, ejerciendo su proverbial bonhomía con el mismo sosiego, inteligencia, gran sentido del humor y cercanía de siempre.

Fue toda su vida un gentleman culto, con mucho talento, con gran capacidad de análisis, con una sensibilidad especial para el mundo del Arte y con un compromiso permanente con Oviedo y los ovetenses. Con Evaristo Arce esta ciudad y esta región pierden a un hombre bueno que merece estar, por todo el trabajo que desarrolló en su intensa vida, entre los más ilustres hijos de esta tierra.

Querido amigo, descansa en paz.

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