Opinión

Al gran maestro de la palabra

Y sin duda, como hombre de bien que era, en él se daban todas las condiciones para serlo: Serenidad, calma, humildad, y sensibilidad, ya que en sus sentimientos albergaba bondad y paz que su sabiduría gobernaba.

Así lo demostró a lo largo de su vida, con su presencia en el periodismo y en otros destacados puestos, siempre al servicio de su querida Asturias como impulsor de esa esencia y escena de la vida cultural del Principado, por lo que fue merecedor de ser nombrado Hijo Predilecto de Villaviciosa y adoptivo de Oviedo.

Los que le hemos tratado desde años pudimos apreciar en él a un hombre ordenado y metódico, íntegro y solidario, franco, respetuoso y leal como gran cultivador de su siempre presente honestidad.

Desde hace más de medio siglo ya se fraguó la amistad de nuestras familias a través de unas tías suyas que tenían un comercio de alimentación en Villaviciosa, a las que yo visitaba con frecuencia.

Luego la vida me hizo compartir con Evaristo muchos momentos de felicidad en tertulias, con amigos, y en largas sobremesas.

Para mí es un día muy triste y lleno de dolor ante la pérdida de un entrañable amigo que me demostró su amistad, cariño y afecto en el prólogo que hizo de mí libro "Reflexiones", con palabras cálidas y emotivas que siempre recordaré.

Lamento mucho no poder estar, por problemas de salud, en su despedida, pero sí estará con él mi oración y cariñoso recuerdo. Con él quiero unirme al dolor de toda esa muy querida familia con un gran abrazo.

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