Opinión | Sol y sombra

Venus amenazada

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. / Ludovic Marin/AFP/dpa

A principios de siglo, el ensayista neoconservador estadounidense Robert Kagan extendió con su artículo "Power and Weakness", posteriormente embrión de un libro ("Poder y debilidad"), la idea de que Estados Unidos reencarnaba a Marte, dios de la guerra, mientras que los europeos pertenecíamos a Venus, la diosa del amor. Según él, los americanos vivían en una especie de galaxia dominada por el uso de la fuerza, mientras que Europa pretendía hacerlo en un mundo kantiano, dirigido por el derecho y las instituciones. Ese mundo feliz parece ahora, más que nunca, en peligro tras los primeros pasos de Trump en busca de una "entente pacificadora" con Rusia que dejará a la vieja Europa a merced de su principal amenaza. Por si fuera poco, la guerra arancelaria es una señal definitiva de esa animadversión y del peligro que encierra.

Cuando Kagan divulgaba su teoría de Marte y Venus, la actitud optimista y desentendida de los europeos no entrañaba un riesgo extremo, coincidiendo con la Administración Bush. Ahora, todo parece indicar que sí. Hasta el punto de que Von der Leyen propone congelar las reglas fiscales para que la UE pueda invertir cientos de miles de millones en Defensa. Lleva razón –al menos esta le asiste moralmente– cuando dice que la derrota de Ucrania, por medio de la paz condicionada que Trump le facilita a Putin, debilitaría a Europa y que tanto esta como los propios ucranianos, impelidos a rendirse ante su invasor, necesitan que esa paz se consolide a través de la fuerza. Europa debe rearmarse, no solo con ideas, frente al populismo ultra. Acongoja saber que los amigos de Putin están, a la vez, en Podemos y en Vox.

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