Opinión

Roqueñí y el dique seco

Las erráticas primeras palabras de la nueva presidenta de El Musel

El Musel.

El Musel. / Pablo Solares

La flamante Roqueñí, nueva presidenta de El Musel   -utilizando el adjetivo flamante en la segunda acepción del diccionario de la RAE, que refiere a alguien recién entrado en una actividad, no en la primera, que significa lúcida y resplandeciente- anuncia que quiere para Gijón un puerto “sostenible, limpio y abierto”. Tan categórica aseveración de la exconsejera de Transición Ecológica podría llevar a cualquier malpensado a cavilar que a Roqueñí le ha caído en desgracia un Musel insostenible, sucio y cerrado. O que esa es la percepción con que llega la recién nombrad a la dársena principal de la región. Y no parece que sea el caso.

Resulta indudable que el puerto asturiano por antonomasia es hoy más sostenible que hace unos años, cuando los azarosos vaivenes posteriores a las obras de ampliación amenazaron con conducirlo al pairo. También más limpio, sin las reiteradas poluciones que aventaban las parvas de un carbón venido a menos. Y por supuesto más abierto, liberado de la insensata cerrazón a que fue sometido en los dos mandatos previos a la presidencia de Laureano Lourido.

O sea, que Roqueñí ha errado en su primera manifestación pública como presidenta portuaria: debió decir que trabajará por un Musel más sostenible, limpio y abierto. Por el bien del puerto, ojalá tenga más suerte en ese desempeño que la que acarreó como consejera del gobierno asturiano, donde tuvo asiento con más pena que gloria. Habrá que ver si da el perfil o se pone de perfil. Si lleva a la Autoridad Portuaria a la ITV, navega sobre seguro (con más pólizas que Cogersa) o acaba en el dique seco.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents