Opinión

La Casa Blanca, como un bar de carretera

El episodio de la bronca de Donald Trump riñendo a Vlodímir Zelenski en la Casa Blanca no es fácil de procesar. Hay quien ha dicho que exhibieron en público lo que habitualmente se esconde detrás de las bambalinas. Lo presentan como otro síntoma de la "autenticidad" de Trump contrapuesta a la doblez de la política tradicional. Hay quien asegura que Trump se comportó como lo que es, un hombre de negocios agresivo en sus tratos. Hay quien insiste en que Trump está siendo todo lo expeditivo que no se atreven a ser los europeos con un líder deslegitimado como Zelenski. Seguimos en la fascinación por el espectáculo Trump.

La diplomacia se puede considerar una suma de hipocresías. Sin duda, el mundo medieval era mucho más "auténtico" con los reyes eructando entre trato y trato mientras comían una pierna de cordero con las manos. Pero la realidad es que la diplomacia es una de las bases de la civilización y ha permitido, entre otras cosas, que en la segunda mitad del siglo XX hayamos tenido bastantes menos muertos que en la primera.

Por otro lado, la mayoría de los hombres, y mujeres, de negocios que conozco jamás tratan a sus socios o clientes como Trump trató a Zelenski que, por cierto, tiene un poco más de legitimidad que Putin que, al fin y al cabo, es el gran beneficiado de la bravuconada de Trump.

Lo siento, pero la escena del viernes en la Casa Blanca, fue lo que fue. Dos matones acorralando a un pobre hombre en un bar de carretera del medio Oeste, ambos con unas copas de más e intentando dejarle sin blanca a base de atemonizarlo con mentiras y amenazas. Por muchas vueltas que le doy no puede ver otra cosa en esa escena . Y sigo pensando que no hay nada que justifique abandonar la diplomacia, con todas sus limitaciones, ni el mundo multilateral que hemos construido ni darle oxígeno a Putin por muchas dudas que pueda generar Zelenski. Son víctima y agresor.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents