Opinión | El pasado del presente
La dignidad de Ucrania y de Europa
La encerrona de Trump a Zelenski en la Casa Blanca

La dignidad de Ucrania y de Europa / LNE
El pasado domingo 2 de marzo se han reunido en Londres buena parte de los líderes europeos bajo el paraguas del premier británico con el agitado mar de fondo del lamentable espectáculo del desencuentro entre Trump y Zelenski el fin de semana. Como las noticias se consumen vertiginosamente, no sabemos qué dará de sí. Sí que era necesario desde Europa plantar cara a lo que, de no haber sido tan triste, hubiera parecido un esperpento carnavalesco.
Que sea Keir Starmer quien convoque un encuentro para respaldar a Ucrania no es nada extraño, pues desde el inicio de su mandato ha demostrado entender, pese al brexit, que el Reino Unido es Europa y que el Canal de la Mancha es más una línea de unión que de división y de ahí que haya estrechado más de un lazo en lo que lleva de ejercicio. Implicado en la seguridad europea, que es la suya, Starmer se sentiría avergonzado con la falta de educación, con el grandonismo de su prepotente sucesor territorial histórico: "tus defectos como hijo son mis fracasos como padre", parafraseando a "Gladiator". Esa llamada ha convocado a una quincena de personalidades europeas más la OTAN, Turquía o Canadá. Es significativo, pero ¿será bastante?
Nadie espera ya que el Presidente de USA mantenga la compostura exigible a su cargo. Si "el protocolo evita conflictos", el mandatario actual de la Casa Blanca ha demostrado que a él le encanta dinamitarlo. Se hizo con el poder agitando el espantajo de "América (la de él) primero" con el aval a los asaltantes del Capitolio, un grupo de disfrazados desaforados que trasmitieron la peor imagen del país, y con un descontento que ha sabido capitalizar.
La escena en la Casa Blanca resultó inquietante, con amenazas a un invitado que mantuvo la dignidad que les faltó a sus anfitriones
En la Casa Blanca la escena resultó inquietante con amenazas a un invitado que mantuvo la dignidad que les faltó a sus anfitriones, porque él realmente entendió que era la de su país. Parece que algunos medios de comunicación fieles al Presidente Trump llegaron a reprocharle a Zelenski falta de respeto por no ir "con traje y corbata". Zelenski, presidente de una nación en guerra, ha dicho que no cambiaría su indumentaria hasta que Ucrania tuviera paz y con ella ha recorrido las sedes institucionales sin problema. Tontería mayúscula ésta "del traje" si recordamos los disfraces de los trumpistas capitolinos y la escenografía frecuente del despacho presidencial rayana en disparate. Trump deja "cada día un titular" y su histrionismo está traspasando demasiados límites. Al ucraniano le reprocha el apoyo a Biden; ese es otro problema.
Se cuestiona a Zelenski como político y como persona. Las redes sociales pueden hervir aireando vicios supuestos o imaginarios; o reales. Quizás no sea un santo, nadie lo es. Puede que en un futuro decepcione. Su interlocutor en el Despacho Oval no precisa futuro, ya defraudó a medio mundo. De seguir así defraudará al otro medio si la inteligencia pervive en sus votantes. Ante la película de la reprimenda, muchos políticos gubernamentales rusos se lanzaron de inmediato a la yugular del presidente ucraniano y el trazo grueso de sus descalificaciones e insultos burdos demuestran que la sintonía con las formas de Trump son más que teatro. Pero tal vez alguien en ambos lados empiece a darse cuenta de que un "matrimonio político" temporal USA/Rusia con esos protagonistas sería el mayor peligro del mundo.
A lomos del malestar, del cambio climático real o maximizado, de la inseguridad general y de la confusión de roles tradicionales, los estúpidos se alzan con el poder. Y son, por ignorantes, muy peligrosos. Trump y ese otro Musk o el escudero envalentonado Vance, comerciantes revestidos de dinero, pero cortoplacistas, se apuntan a ser aprendices de sátrapas ante un sátrapa de larga escuela como es Putin. Y, ante ellos, la figura de Volodimir Zelenski se mantiene como la de un gigante digno, de pequeña estatura y gran dimensión moral. Tras años de lucha Ucrania le dice a la Europa heredera de la tradición filosófica grecolatina que hay un bien y un mal. Que vale la pena mantener la dignidad por encima de las amenazas del matonismo temporal.
Ante Trump o Vance, aprendices de sátrapas como Putin, la figura de Zelenski se mantiene como la de un gigante digno, de pequeña estatura y gran dimensión moral
Se creyó Trump, con la misma dosis de error histórico que demuestra en sus estrafalarias intervenciones, que sin USA no somos los europeos nada. Nada más erróneo; no todo son las armas, aunque sean a veces imprescindibles. Los Estados Unidos se implicaron en las Guerras Mundiales porque mundiales como eran no les quedaba otra. Europa lo agradeció. Las playas de la costa de Normandía se bautizaron con topónimos norteamericanos como reconocimiento. Pese a las discrepancias, desde entonces, siempre "estuvimos juntos". Ahora, una saga de negociantes controla el otrora imperio mundial y Europa debe ponerse las pilas. Y los estadounidenses deberán decidir si los representan en exclusiva son algo más que una panda de ocupadores con cuernos de búfalo, machotes a cuerpo descubierto, vociferando enrolados en banderas de otras épocas.
El machismo desnortado y la ignorancia subida a la poltrona parecen haberse apoderado de USA, la grande. Pero, pese a nuestros desamores, los dos lados del Atlántico forman una comunidad indisoluble. En la Independencia de los Estados Unidos colaboraron franceses y españoles. Y los de otras naciones europeas: alemanes, italianos, polacos, nórdicos, irlandeses e ingleses, dueños anteriores, conquistadores, emigrantes en unas tierras abiertas convertidas en un caleidoscopio humano que no se detuvo. Las ciudades, edificios y monumentos USA están escritos con nombres de gentes de todo el mundo. Se incorporaron hispanoamericanos y asiáticos. Todos fueron y son uno pese a Trump y a sus acólitos palmeros elevados al poder por un tiempo diluido en incongruencias a las que este momento de cambios impostados nos han conducido.
La invasión de Ucrania despertó a Europa. Ya había sucedido en febrero del 2014, Euromaidan, con la primera parte de una agresión que se desbocó el 24 de febrero de 2022. Y ahora esto. Tristes efemérides. Europa fue bajando la guardia fiando su seguridad en la aparente eterna alianza con el amigo americano. Si resulta ser que el amigo mutó sus amores, Europa, pequeña, sola y dividida, tiene que hacer valer su historia para rehacerse y rearmarse de razón y de algo más. Lástima que la Unión Europea no pueda, por su propia estructura, tener la agilidad suficiente para transformarse en una región con seguridad propia. El apoyo moral a la Ucrania libre y la dignidad de Zelenski tendrá un recorrido limitado. Con la conferencia de Londres la diplomacia europea da una lección al menos de educación política. Pero no cabe otra que intentar rehacer puentes. Esperemos que sea posible.
Suscríbete para seguir leyendo
- Fernando Alonso emite un comunicado en sus redes tras sufrir una dura pérdida: 'Descansa en paz, hermano
- Ya hay fecha (aunque aproximada) para la construcción de una nueva carretera paralela a la margen derecha de la ría de Avilés
- ¿De qué murió el hombre cuyo cadáver momificado fue hallado ayer en Oviedo dentro de una furgoneta? Esto dice la investigación
- Este es el misterioso y discreto mamífero asturiano que se incorpora al listado de especies en peligro de extinción
- Esta es la histórica sidrería de Villaviciosa que reabre sus puertas y ha recibido un regalo especial de los llagares de la comarca
- Cuando el Papa estuvo en los Picos de Europa: se quedó a dos kilómetros de pisar tierras asturianas
- Bombazo, La familia de la tele salta al sábado y competirá contra Fiesta
- Nuevas averiguaciones tras el accidente de Cerredo: el Principado eliminó en 2019 el servicio específico de Seguridad minera