Opinión

Solo hay un bando donde militar

Democracia o autoritarismo, el momento para elegir

Sepultada la época de la Guerra Fría, el mundo se gobierna mediante dos sistemas políticos antagónicos: la democracia y la dictadura. Mantener a raya a los autócratas y sus apetencias debe convertirse en obsesión de los demócratas, dentro y fuera de sus propias fronteras. Y ha de ser así, milite o no Estados Unidos en el bando correcto, ahora que preside ese país un personaje de impulsos escasamente democráticos, cuando no abiertamente autoritarios. El ejemplo palmario de esa actitud alejada de todo atisbo de derecho es la aplicación de la diplomacia del garrote.

Ahora los dictadores –¿alguien duda que Putin lo es?– se disfrazan con viejos ropajes en desuso. Pueden vestir el chándal populista, la zamarra nacionalista o incluso hábitos de religioso. Pero hay un detalle que ayuda a identificar a estos individuos de rostro infranqueable: su afán por eternizarse en el poder. Resulta sospechoso que el presidente ruso ocupe el cargo de manera ininterrumpida desde 2012; y antes desde 2000 a 2008. Se pueden ganar elecciones silenciando a la oposición. Tapándole la boca con veneno radioactivo, por ejemplo. Con este tipo resulta un peligro evidente quedar en el Kremlin a tomar el té.

En este momento internacional de creciente zozobra conviene decidir en qué lado militar. Y de hacerlo en el correcto, el que garantiza un sistema de libertades, reconocer que es preciso llevar la cohesión continental y la defensa de los valores occidentales hasta las últimas consecuencias. Cuando Trump y Putin deciden apartar a Europa de la mesa de comensales lo que han hecho es convertirla en el segundo plato.

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