Opinión

De otros acosos

Historia de un cambio de compañía de telefonía móvil

El ciudadano vive acosado, quién lo desacosará, el desacosador que lo desacose, buen desacosador será. Y esta pijada, real como la vida misma, viene al caso por un nuevo tipo de acoso, muy de moda, aunque menor. Dada su frecuencia entra de pleno en la categoría de acoso. Y voy. Me refiero al acoso a que te somete la compañía de telefonía móvil Cacafone cuando te cambias a Pipistar. Esa maniobra, desconocía el término, se conoce como "portabilidad" (¿?). Miro el DRAE y define la palabreja como "cualidad de portable". Yo vería más acertado el término "puertabilidad", o sea, que sales por una puerta y entras por otra. Pues bien, lejos de darte con la puerta en las narices la compañía que dejas, te abre alma, corazón y vida, te ofrece el oro y el moro, y todo ello, con la melodía de fondo del no te vayas todavía, no te vayas, por favor... Un ataque sincronizado por tierra, mar y aire, o lo que es lo mismo, por mail, SMS y llamadas telefónicas no inferiores a media hora de paliza. Servidor contrató a Cacafone va para 10 años. Durante este decenio no tuve una sola llamada del departamento de calidad para preguntarme si el cacharro gozaba de buena salud. Eso sí, del de ventas, me acribillaron: compra, compra lo último, no dejes pasar la ocasión, modelos con chirindongas que no utilizarás en la vida porque no sabes para qué coño sirven. ¡No caigas en la trampa! ¡Qué viene la "permanencia"! En mis tiempos de chaval, la permanencia consistía en echar, profesor y alumno, horas extraordinarias después del horario oficial de clase para apuntalar conocimientos. Pues, atiende, en el putiferio del mundo del móvil la permanencia viene a ser una especie de arresto domiciliario, es decir, el hecho de morder el anzuelo te obliga a permanecer encadenado a la compañía, por lo bajo dos años. Y si te largas te fulminan al amanecer. Eso es malo, pero, si me apuras, es peor los daños colaterales de la portabilidad: crisis hipertensivas y cefaleas. Una insistencia inaudita: taca, taca, la petaca. Tu antigua novia o novio móvil te castigará con insufribles ruegos de corte hipócrita para que vuelvas a su lado y sueltes la pasta en la faltriquera que no te olvida.

Y todo hay que decirlo, los operarios que te someten al acoso son currantes como tú y yo, no tienen la culpa. Son culpables los directivos y estrategas de la telefonía móvil, que los contratan como cómplices pasivos. Mientras los jefes, desde sus poltronas, obligan a sus esclavos a que te machaquen el cerebro, poniendo en tu oreja el Bolero de Ravel cientos de veces. Si hay justicia divina: Pedro Botero atiza ya las calderas para estos desaprensivos empresarios.

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