Opinión

Qué rara es esta tierra

Asturias, minerales estratégicos y carros blindados

En momentos de pánico conviene abrazar la discreción. No deberíamos airear que el subsuelo de Asturias puede ser rico en tierras raras porque lo mismo Trump se empeña en comprarnos media región, como si fuéramos Groenlandia, o vienen los chinos a refinarnos esos elementos químicos que resulta complicado encontrar en forma pura. En estos momentos, el planeta se dirime entre dos superpotencias, Estados Unidos y China, que pleitean por la primacía tecnológica y militar. Y en ambos campos, las tierras raras son el petróleo de esta parte del siglo XXI. Apunten: estos elementos se utilizan en los billetes de euro para evitar falsificaciones y en los teléfonos móviles para que sean táctiles. Son indispensables para las tecnologías verdes, los coches híbridos y las turbinas eólicas. Hacen posibles imanes más potentes y se utilizan para fabricar gafas de visión nocturna como las que llevan los militares y misiles de crucero. Las tierras raras son la bomba.

La discreción conviene también a los planes armamentísticos de empresas que operan en Asturias, como la que pretende una fábrica de blindados en el solar de Nitrastur, en Langreo. Como se entere Putin, nos bombardea. Y en el mismo vuelo se lleva por delante Trubia. Que vaya preparando Barbón refugios antiatómicos si quiere blindarse.

Fuera de bromas, la guerra de las tierras raras la va ganando China, que controla el ochenta por cuento de la producción mundial y lleva tres décadas invirtiendo en el refinado y el procesamiento de esos minerales estratégicos. O sea, que los chinos controlan la cadena de suministro y eso es lo que más preocupa a Trump. De ahí su interesado plan de paz en Ucrania. De ahí proceden todas sus rarezas.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents