Opinión

La hora de los empresarios

Es necesario desterrar las triquiñuelas en el proceso electoral de FADE para impulsar el mayor cambio económico en Asturias

Cuando tocan elecciones en cualquier organización empresarial, FADE en este caso, hay tres cuestiones que abordar: cómo, para qué y quiénes. Dicho de otra manera: cómo será el procedimiento electoral, qué se piensa hacer en el futuro y quiénes serán los representantes.

Hoy trataremos el primer punto: CÓMO.

Es un hecho cierto que los procesos electorales siempre ofrecen mejores resultados si en ellos se cuidan las formas. Estos episodios pueden empobrecerse con actitudes reprobables o fortalecerse si hay juego limpio y respeto. La actitud es el factor que marca la diferencia entre dañar las relaciones o robustecerlas o, dicho con la terminología de Nassim Taleb, llevarlas a un estado superior: hacerlas antifrágiles.

A la hora de elegir la composición de sus órganos de gobierno, una organización empresarial no solo debe promover procesos democráticos, sino respetuosos con los elegibles. Así, cuanto más sencillo sea el procedimiento y mejor y más equilibrada la información de la que dispongan los candidatos, más enriquecedor será el debate público que, necesariamente, debería ser templado, amable con las personas y exigente con las propuestas. Es difícil entender cómo se puede trasladar desde el poder que confiere el cargo que ese debate no toca ahora y, en cambio, unos días después, exprimir los tiempos hasta el extremo de hacer una convocatoria exprés, con la pretensión de recortar las posibilidades de otros candidatos y hurtar debate público.

La ejemplaridad que debe exigirse a los responsables orgánicos de las instituciones muta en manifiesta inconsistencia cuando abusan de estas prácticas y enredos, difícilmente explicables e inconexos con la realidad de las empresas a las que, en teoría, deben representar.

Las cosas han llegado tan lejos que algunos directivos de asociaciones han llegado a hacer convocatorias urgentes para respaldar mediáticamente la candidatura oficial, antes siquiera de abrirse el proceso electoral, sin esperar a saber si habría otras opciones ni mostrar el mínimo respeto e interés hacia ellas. Actuaciones así exhiben la más fea arrogancia de algunos líderes empresariales que quieren ahogar cualquier legítimo deseo de cambio.

Los tacticismos, algunas veces, pocas, dan resultados en el corto plazo, pero son nefastos para el buen funcionamiento de las organizaciones. Y, a menudo, se vuelven en contra de quienes abusan de esa práctica. Hay sobrados ejemplos de ello.

Afortunadamente tenemos un tejido empresarial mayoritariamente ejemplar y comprometido que sabrá interpretar estas maniobras.

Y, ojo, va un aviso, de momento de carácter privado, para quien llama por teléfono, abusando de su cargo y desquiciado por la posibilidad de cambio, para provocar, intimidar, gritar e insultar por el mero hecho, parece ser, de tener la osadía de desear aportar su capacidad, esfuerzo y determinación, en la humilde creencia de que puede ayudar a forjar un futuro ilusionante para el empresariado y la sociedad asturiana.

Podría apuntarse que la representación empresarial en Asturias necesita un cambio de rumbo, tiempo habrá en los próximos días para avanzar en esa percepción. Pero, por ahora, hay que desterrar malas actitudes y comportamientos que sólo pueden traducirse en un empobrecimiento intelectual o en una pérdida de oportunidades, antesala de la decadencia de las organizaciones. Deberíamos orientarnos a un futuro en el que la experiencia y las trayectorias sean valores emergentes y se opte más por la capacidad que por la afinidad.

Si a las muchas ventajas de partida de quien está dentro de FADE y se quiere presentar a la reelección se les suman estas triquiñuelas, la consecuencia es la misma que salir a jugar un partido y que el marcador arranque con un gol de ventaja para el equipo local. Espero, por el bien empresarial, que nadie se "enfade" y, entienda estas consideraciones, como expresión de la mejor voluntad y actitud de limpieza electoral.

En ello estamos, en buscar un futuro mejor. Para que los proyectos se impongan a los impulsos irreflexivos. Para que el papel de las empresas sea el referente para generar progreso, actividad, riqueza y, por consiguiente, empleo, bienestar y cohesión dentro del proyecto Asturias. Para trabajar con el fin de que la actividad empresarial se desarrolle en las mejores condiciones. Para que quien gobierne disponga de la valiosa información empresarial que le permita tomar las mejores decisiones económicas. Para superar culturas extractivas e impulsar desarrollos innovadores, alineando intereses empresariales con intereses generales. Para superar tiempos de cargas burocráticas abusivas y coadyuvar a explorar nuevas formas de gestión y de fiscalidad. Porque creemos, sinceramente, que cuantas más y mejores empresas tengamos, habrá más progreso y una mejor Asturias. Y, para eso, ineludiblemente, se necesita una FADE fuerte, ágil, reformista, coral, respetada y respetuosa.

En resumen: más ajedrez y menos juego de tronos.

No hay que complicar ni retorcer las cosas; al contrario, todo limpio y calmado. A la vista de las dos propuestas anunciadas hasta la fecha, la elección debería ser sencilla: para los que se conformen con la FADE de los últimos cuatro años, María Calvo y su principal apoyo Joel García; pero para los que crean que ha llegado la hora de los empresarios y tengan la ilusión de formar parte del mayor cambio económico de Asturias, nosotros somos su opción.

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