Opinión

Una mujer excelente

En memoria de María del Carmen Rey

Guillermo García-Alcalde, junto a su esposa, María Rey, en el año 2007 .

Guillermo García-Alcalde, junto a su esposa, María Rey, en el año 2007 .

Mari Carmen era gallega de nacimiento pero "muy asturiana y muy canaria", según su amiga Mary Luz de Luis. Ha preferido descansar junto a su esposo en Las Palmas de Gran Canaria, antes que compartir un panteón regio en el cementerio de Luarca, mirando al Cantábrico, en la villa asturiana donde creció y se conocieron.

Sus años más felices han sido en Gran Canaria, y aquí se quedan sus cenizas para la eternidad por su expreso deseo. Guillermo García-Alcalde y María del Carmen Rey formaron una pareja excepcional. Han sido un matrimonio indispensable en la vida de Canarias hasta hace poco más de tres años.

Mari Carmen era una mujer excelente, muy especial, con frescura natural, un tesón extraordinario y gran sentido de la amistad. Perfecta, en el fondo y en la forma, dicen quienes vivieron de cerca su "estilazo", elegante en el sentido profundo de la palabra. Nunca le faltó la visión realista de la existencia y se adaptó a la perfección al tiempo y a las circunstancias, algunas especiales y duras, que le tocó vivir al lado de Guillermo. Se hizo una gran aficionada a la música, "no me quedó más remedio", repetía con humor. Su categoría, su manera de entender la vida, su dedicación a los demás, su generosidad, su indudable buen gusto, la clase que emanaba y la bondad de la que hacía gala hacen a Mari Carmen merecedora de un reconocimiento unánime de todos los que la conocimos. Era una de las grandes anfitrionas de la ciudad y entre sus virtudes de hospitalidad y saber hacer, con todo el arte de la cocina, como buena embajadora de Asturias, cautivaba con sus fabadas, cuentan las amigas, a las que seguía obsequiando hasta días antes de ingresar en el hospital Negrín. A su hija Amalia, a su nieta Carmen y a sus hermanos, la más sincera condolencia.

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