Opinión

En los periódicos

Una preocupante mayoría de la juventud desconfía de los medios de comunicación tradicionales y solo se informa a través de las redes sociales. Los datos son alarmantes: en 2023 la mitad de los jóvenes españoles de entre dieciocho y veinticuatro años no se fiaba de las noticias que aparecían en los medios de comunicación y se informaban exclusivamente en las redes. Pero si vamos al grupo aún más joven, el sesenta por ciento de los adolescentes mayores de catorce años prefiere informarse a través de ellas, y el setenta y dos lo hace por amigos o familiares. Los medios tradicionales son literalmente menospreciados y, de seguir así, en unos años habrán desaparecido. Y con estos datos, superando la depresión que suponen, me pongo a escribir la columna.

A esas edades en las que ahora la gente desconfía y desprecia yo fui el más feliz muchacho sobre la faz de la tierra porque había empezado a trabajar en un periódico. Se han cumplido, en estos días, treinta y ocho años de aquel milagro. Y aquí sigo. Aprendí el oficio de abajo arriba, que es como se aprenden de verdad los oficios. Llegué de "meritorio" y corté muchos teletipos y también los corregí, y a partir de ahí creo haber hecho prácticamente de todo. Entrevistas, reportajes, noticias, breves… Hasta el horóscopo alguna vez. Y algo más de nueve mil columnas, si no llevo mal la cuenta.

Me he dejado la vida en los periódicos. Es lo que más me ha gustado hacer. Más que mis versos, más que mis novelas, a mí me ha gustado escribir en los periódicos, en ese papel volandero que muere y resucita a diario (como la rosa del poema, el periódico vive mientras muere).

Hace unos treinta y ocho años que mi vida gira en torno a esto, en torno a esa persona que nunca conoceré pero que, acaso tomando un café, se detiene a leerme y de vez en cuando mira a la mañana y piensa, sin saber que yo también pienso mucho en ella, que siempre pienso en ella cuando escribo, y siempre lo hago honestamente.

Yo creo firmemente en esto, en que se puede escribir una página, una columna, un suelto, con honradez y, ya de paso, con alguna gracia, con algún talento, y lograr que alguien te lea, y aunque rara vez me he sentido realmente satisfecho con lo que escribo, siempre he tratado de dar lo mejor que tenía, de que ni por cansancio ni por prisas ni por hastío lo que le ofrezco esté por debajo de lo que puedo ofrecer. Siempre supe que nunca sería Umbral, ni Alcántara, ni Camba, pero traté de ser, siempre, el mejor yo posible, y me dejé la vida en ello. Puede que en vano.

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