Opinión

¿Por qué Sánchez acepta la falsa dicotomía de Díaz?

La extrema izquierda caviar en su versión narcisista acude al baúl de sus ideas vetustas ante cualquier atisbo de cambio social. Se miran la IA como si fuera la máquina de vapor. Y en el actual mapa geopolítico andan despistados, muy despistados. Su añorada Rusia, aunque sea bajo el mano de Putin, se alía con sus odiados Estados Unidos. Y no saben qué decir. Ante el desconcierto, han decidido hacer frente a lo que ellos llaman «la nueva carrera armamentística», como si la UE llevara la iniciativa en la conyuntura actual. Pero lo cierto es que esta nueva guerra en Europa la inició Rusia, no la UE. Y lo cierto también es que son los Estados Unidos los que han dejado desamparados a los que hasta ahora han sido sus socios y a los pies de los caballos de sus nuevos amigos rusos. Armas, nucleares o convencionales, habrá las mismas pero cambiará la titularidad y la financiación.

En este contexto, Sánchez tiene un toro difícil de lidiar. En el Congreso no tiene mayoría necesaria para hacer efectivos los compromisos que ha adquirido, y liderado, en la UE que suponen incrementar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Sus primeras maniobras responden perfectamente a su trayectoria: el ministro Cuerpo ha defendido en el eurogrupo que se puedan saltar las reglas fiscales si es para gastos militares y que se considere gasto de defensa partidas como las de cibereseguridad o la cooperación. Un nuevo episodio de funanbulismo dialéctico del estilo de la amnistía o la nueva financiación autonómica. A su vez, y completando la pirueta por la izquierda, le ha jurado y perjurado a la vicepresidenta Yolanda Díaz que el incremento del gasto militar no será a costa del gasto social. Se entiende que será así atendiendo a lo defendido por Cuerpo: crecerá la deuda y habrá partidas que en la cuenta de resultados de Díaz serán sociales y en la de Bruselas serán militares. Un embrollo monumental que ignora que lo que se necesita en este momento es gasto y no solo inversión de manera que no puede ir contra deuda. Y que ignora igualmente que sin paraguas nuclear no hay modelo social europeo que defender. Con lo fácil que hubiera sido citar hoy solo a Núñez Feijóo y trasponer al presupuesto español lo que sus dos partidos acordaron la semana pasada en Bruselas. Pero entonces se iría al traste la maldita polarización.

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