Opinión

Todavía no hemos despertado

Pensábamos que el Estado del bienestar era una conquista irreversible, y para que siguiera funcionando bastaba echarle monedas a cada tanto. Pensábamos que Europa era una realidad supraestatal consolidada, que se sostenía ya por sí sola, asegurando a todos paz y progreso. Pensábamos que la democracia era el estado natural del Estado y lo contrario una rara patología del pasado. Pensábamos que la guerra era una desdichada lacra de países pobres e ignorantes, impensable en una Europa próspera y culta. Pensábamos que éramos parte de un Occidente tutelado militarmente por el poder nuclear de USA, sin pagar cuota por ello. Eso pensaba la generalidad de la gente, cuanto más joven con mayor certeza. Europa, en fin, era, pese a sus zonas de sombra, un sueño tan paradisiaco que todos los europeos lo querían seguir soñando, y el resto formar parte de él. Despertar del sueño costará trabajo.

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