Opinión

Extraer lobos como si fueran muelas: la reacción de Asturias a la desprotección de la especie

Cómo llevar a cabo el control de la especie

Una manada de lobos ibéricos.

Una manada de lobos ibéricos. / Agencias

El Gobierno asturiano empieza a ver las orejas al lobo; o tal vez resulte más eficiente reconocer que siente el aliento de los ganaderos en el cogote, en demanda de medidas urgentes para paliar los cuantiosos daños que provoca el cánido salvaje. Ya no tienen excusa para no aplicar el plan del control de la especie recién desprotegida, sea el que estaba en vigor en anteriores mandatos o uno actualizado, si se reconoce que se contabilizan más ejemplares que los que había censados hace unos años.

La vicepresidenta Llamedo, la Llamedo solitaria, acaba de anunciar la inminente y eufemística “extracción de ejemplares”, como si capturar un lobo fuera asunto tan aséptico como sacarse una muela. Desde luego no sería la del juicio, pues en este espinoso asunto, el Ejecutivo autonómico ha sido poco juicioso, además de timorato, haciendo dejación de funciones en la defensa de los intereses de los ganaderos, especie claramente en peligro de extinción en la mayoría de los concejos rurales.

Habrá que medir, de ser cierta esa inminente “extracción”, hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno asturiano y sus socios en el control de la población lobuna. Si tendrán la valentía de añadir a las batidas a miembros de las sociedades de cazadores, como se hizo en el último gobierno de Javier Fernández con éxito, o limitarán la actuación de captura a los agentes de la guardería. Hay muchos votos en juego, como para no asomarse a la boca del lobo.

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