Opinión | Un millón
Gritar y abrir la boca
Igual que cambia la manera de hablar cambian otras formas de expresarse. Desde que nos grabamos y podemos ser emitidos nos expresamos más y más fuerte porque imitamos a los medios audiovisuales, que se han vuelto gritones porque llamar la atención "genera tráficos" y "produce beneficios".
Hay personas que gritan cuando cae algo. El hundimiento del puente poco romano de Talavera de la Reina merece un grito porque se lo lleva la crecida del Tajo, pero sólo para una de las personas que se oyen en la grabación del vídeo que han emitido los telediarios. Es un grito de expresión, apenas de impresión, nada que ver con los de terror de las Torres Gemelas, parecidos a los de Fay Wray en la mano de King Kong ante rascacielos anteriores del mismo Manhattan.
Hace unos años, en los tiempos de Jorge Javier Vázquez , Tele 5 puso de moda que el asombro se expresase dejando caer la mandíbula. El gesto ya existía y lo caricaturizaban con su hipérbole humorística los dibujos animados, pero no estaba valorada su eficacia como imagen insertada mientras hablaba otro contertulio del corazón. La boca abierta atraía la atención de la cámara tres, daba ritmo a la emisión y no interrumpía el discurso, sino que lo reforzaba.
Ahora –que ya no está Jorge Javier para que Tele 5 sea distinta y vuelva a ser igual que cuando estaba– la boca abierta se ha extendido como una enfermedad tropical por la isla de las tentaciones y la de los supervivientes, con el fin de señalizarnos que cualquier cosa es digna de un asombro que antes era recriminado con un "¡cierra esa boca que pareces bobo!".
Contra la indicación de cerrar la boca cuando nos sorprendíamos y cuando hablábamos para que no entraran moscas –ahora que sabemos que los insectos son la fuente de proteína del futuro (¡cómo llegaremos a estar de empobrecidos!)– desde las comedias se ha incorporado a la expresividad un pilates gestual que cabecea, dice "¿perdona?" y se detiene unos instantes. Indica irónica extrañeza y desacuerdo explícito. Cuando lo veo me dan ganas de gritar. n
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