Opinión | A quemarropa
Un mal negocio
Un modelo de país que expulsa a sus ciudadanos más preparados
Juan Luis Fernández Martínez es catedrático de Matemática Aplicada y cofundador de StockFink
Etimológicamente, la palabra negocio proviene de la negación del ocio. En esencia, consiste en adquirir algo por menos de su valor real con la intención de venderlo por un precio superior. Es bien conocido el chiste sobre los vascos y su astucia para los negocios, pero lo cierto es que no siempre se acierta en las predicciones, y cuando esto ocurre, el neg-ocio puede ser ruinoso.
Recientemente, un informe de la prensa económica señalaba que gran parte del llamado "milagro económico español" se debe a la inmigración y a una integración mucho más efectiva que en otros países europeos. Según datos del INE, el 88% de los 468.000 puestos de trabajo creados en el último año fueron ocupados por extranjeros. Esto desmonta los discursos clasistas y xenófobos que culpan a la inmigración de los problemas económicos, cuando en realidad contribuye activamente al crecimiento del país. España, con su historia como nación de emigrantes, debería entenderlo mejor que nadie.
Sin embargo, más allá de este dato positivo, la política económica que seguimos plantea interrogantes. Nos estamos posicionando como un país de servicios, lo que nos lleva, por un lado, a exportar talento altamente cualificado –formado con dinero público– y, por otro, a importar en su mayoría mano de obra no cualificada. Esto resulta paradójico en un país con un 10,4% de desempleo y un preocupante 25,3% en los menores de 25 años. Cabe preguntarse si realmente existe una falta de oportunidades o si parte de la población joven prefiere depender de ayudas sociales en lugar de aceptar ciertos trabajos. Sin duda, las prestaciones deben ser un mecanismo de apoyo, pero no una alternativa permanente al empleo.
Más preocupante aún es el hecho de que estamos desarrollando un modelo de país que expulsa a sus ciudadanos más preparados y competitivos mientras retiene a aquellos con menos posibilidades de generar riqueza. A largo plazo, esto pone en riesgo la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones y dificulta nuestra aspiración de convertirnos en una economía más avanzada. En lugar de caminar hacia el modelo dinámico y productivo de California, nos estamos acercando peligrosamente al envejecimiento al modelo Florida.
Si no cambiamos de rumbo, estaremos haciendo, sin duda, un mal negocio. Espero que las hojas no nos impidan de ver el bosque y hagamos ambas cosas (talento y emigración) compatibles.
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