Opinión

En el adiós a la osa "Paca"

Una especie como activo ambiental de gran valor

Nicanor Fernández es presidente de la Fundación Oso de Asturias

Seguro que muy a su pesar, y debido al indeseable comportamiento de unos furtivos, "Paca", junto a su hermana "Tola", se convirtieron a lo largo de casi tres décadas en símbolo de como es necesario respetar y preservar recursos naturales en peligro de extinción, o valiosos, que forman parte del patrimonio de todos.

Y también de como el trabajo tenaz de un conjunto de instituciones, con los vecinos de las áreas más concernidas en primer lugar, ha dado pie a que, aún con limitaciones, nos encontremos ante lo que sin duda podemos denominar un "caso de éxito". No solo por que se ha cuadruplicado el numero de osos en nuestras montañas cantábricas y alguna zonas aledañas, sino porque la conciencia ambiental ha dado un salto de gigante, irreversible a todas luces, por más que siga habiendo retos que afrontar.

¿"Paca" hubiera tenido una vida más feliz en la naturaleza? Seguro. Ese, como el de todas las especies silvestres era su lugar. Y eso se intentó, con los conocimientos, experiencias e instalaciones de la época y no fue posible. Y llegados a ese punto, la opción de una vida en semilibertad, y su contribución a difundir valores y comportamientos ambientales acordes con una sociedad avanzada, fue la mejor opción.

Varios cientos de miles de ciudadanos, en estos treinta años, pudieron de esta forma familiarizarse, gracias a la presencia de ella y de su hermana "Tola" en las instalaciones de la Fundación Oso de Asturias, de la importancia de que hechos como los que dieron lugar a su situación no volvieran a repetirse y favorecieron las muchas iniciativas que a raíz de lo acaecido con ellas , aunque no solo, se pusieran en marcha.

Hoy la situación es muy diferente. Nuestros osos son un activo ambiental de un valor extraordinario y, por si eso fuera poco, su mera existencia aporta un valor económico nada desdeñable a comarcas que carecen de muchas oportunidades. Su existencia aún no está asegurada, pero no cabe duda de que las dificultades para preservar su hábitat se mueve en otra escala. Y en ello seguimos trabajando para hacerlo compatible con los usos vitales y económicos tradicionales de las comarcas oseras.

Nunca, por fortuna, lo hicimos solos. Además no hubiera sido posible.

En los años 80, el Gobierno de Pedro de Silva sentó las bases para ello con el primer Plan de Protección, el de Rodriguez-Vigil alumbró nuestra Fundación, a la que se sumaron algunas de las principales empresas de la Comunidad y construyó las instalaciones de Santo Adriano que se han revelado de notable utilidad práctica en la recuperación y rehabilitación de ejemplares, amen de desarrollar una labor educativa que me atrevo a calificar de gran trascendencia. Y quienes les sucedieron en esa alta responsabilidad mostraron siempre el mayor aliento, y dotaron de recursos, a una tarea que quiere ser de todos y en la que es imposible olvidar el eficaz y generoso concurso de los vecinos, de otras administraciones, de la Universidad, del SEPRONA, así como de otras ONGS que persiguen fines similares.

Por ello, "Paca" y "Tola", pese a la no idoneidad de su vida en semicautividad, nunca estuvieron solas y siempre fueron una parte muy importante del esfuerzo conjunto llevado a cabo y cuyos resultados son evidentes.

Hoy seguimos profundizando en el camino fijado y, cuando miramos hacia atrás, la gratitud hacia quienes lo hicieron posible es inmensa. Imposible citarlos a todos, presidentes, directores y trabajadores de la FOA durante todos estos años, pero pese a ello no puedo dejar de hacer una mención especial al FAPAS, cuya contribución inicial a la preservación de estas osas fue determinante, así como a Martín González del Valle, presidente de Hidroeléctrica del Cantábrico y primer presidente de nuestra Fundación, cuya dedicación y empuje en sus primeros momentos fue decisivo.

Al glosar la vida de un animal silvestre, cuando aún estamos sobrecogidos por el dramático, y casi incluso impropio de otros tiempos, accidente de Cerredo, me asalta la duda de si no estaré obrando con ligereza. Sirvan de descargo estas líneas que pretenden trasladar el mayor afecto a todas las personas concernidas, máxime desde la estrecha vinculación familiar y personal que tengo con Degaña y Laciana.

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