Opinión

Un ilustre jurista

En el adiós a un enamorado del Derecho

El fallecimiento de César Álvarez de Linera y Uría ha causado una profunda consternación en la comunidad jurídica asturiana y especialmente en la carrera judicial. Conocí a César a principios de los años 90 cuando él presidía la sala de los contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias y yo empezaba en la sala de lo contencioso-administrativo del País Vasco. César Linera, como le conocimos todos, pertenecía a una prestigiosa generación de jueces que ejercieron su función con absoluta entrega y dedicación y, sobre todo, con un gran compromiso con la ciudadanía.

Ilustre jurista, un profundo conocedor de los rudimentos básicos del Derecho y de sus principios generales, que supo aplicar con finura y acierto, a todos los ámbitos de la jurisdicción en los que desempeñó su tarea. Era un absoluto privilegio poder compartir conversaciones con él y oírle explicar cómo habían nacido las distintas instituciones jurídicas y cómo habían evolucionado y adaptado, sobre todo por la jurisprudencia, para poder dar solución a los problemas prácticos que se planteaban.

Su amor por el Derecho le llevó también a la Universidad de Oviedo, donde fue profesor de Derecho Procesal y donde obtuvo la máxima calificación en el doctorado. También a otros ámbitos directamente relacionados con la justicia, como fueron el jurado de expropiación forzosa o el jurado provincial de Montes. Hermano y padre de ilustres juristas siempre tuvo y seguía teniendo una cercana relación con todos sus compañeros acudiendo a homenajes, comidas, reuniones y otros encuentros, en donde era un privilegio, que yo tuve el honor de vivir y escuchar sus interesantes, apasionados y minuciosos relatos sobre las experiencias vividas a lo largo de sus años de profesión.

Quiero unirme con estas breves líneas al homenaje y agradecimiento a César Álvarez de Linera por sus muchos años de dedicación al servicio público con empeño, sacrificio y, sobre todo, con discreción.

Un abrazo fuerte para su familia, que –me consta– ocupaba un lugar central en su vida.

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